Una vez más la población boliviana ha dado muestras de su vocación democrática. Su asistencia a las urnas a lo largo y ancho de la nación así lo demuestra y los primeros resultados que se conocen también, porque éstos dan cuenta de que quiere equilibrio en el ejercicio del poder.
Leer correctamente los resultados es clave porque estas elecciones han dado la orden de partida a la construcción de una Bolivia autonómica y la ciudadanía ha decidido que este proceso sea democrático y no esté hegemonizado por un solo partido. El mismo hecho de que todo el apoyo dado por el gobierno y el Presidente de la República a los candidatos del MAS, no haya sido todo lo contundente que se pretendía que fuera y no haber ganado las alcaldías de La Paz, Potosí y Oruro —que los dirigentes del MAS estaban seguros de conquistar— debieran hacer comprender al Primer Mandatario y a su entorno que la gente quiere el cambio que está promoviendo, pero también recuperar los valores democráticos que desde 1982 se fueron creando en Bolivia.
En lo que se refiere a los datos nacionales, los resultados no oficiales muestran que el MAS es la primera fuerza política del país, pero con una característica que lo debilita: su fuerza —salvo excepciones que confirman la regla, como ha sucedido en Cochabamba y Potosí— radica en su jefe, y pese al ilegal apoyo que éste ha dado a sus candidatos y al uso de los medios estatales con ese fin, no pudo traspasar fácilmente su liderazgo nacional.
En ese contexto, el mensaje dado por el Primer Mandatario comentando los resultados ha sido ambiguo. Por un lado, ha destacado la activa participación de la ciudadanía e incluso ha felicitado a los candidatos de la oposición victoriosos. Lo que no ha podido hacer es reconocer la regular actuación de su partido y sus candidatos. Sacando fuerza de su autoconfianza, ha destacado los avances del MAS realizando comparaciones indiscriminadas: con las elecciones nacionales de 2009 o con las elecciones prefecturales de 2005 o las municipales de 2004, de acuerdo a su conveniencia. Pero, en la conferencia de prensa que ofreció luego lo traicionó su peculiar visión de la acción política: si los alcaldes de la oposición quieren trabajar con el gobierno “bien”, pero si no, trabajará con los movimientos sociales de esas ciudades que ha dando tan buenos resultados antes.
En cuanto a las otras organizaciones políticas, surge como una alternativa que podría constituirse en una oposición estructurada el Movimiento sin Miedo (MSM) que mantiene el apoyo paceño y logra reducir en forma considerable el apoyo de La Paz y Oruro al MAS. Las demás organizaciones nacionales han sufrido un duro traspié (aunque logran en algunas alcaldías algunos buenos resultados, pero en forma aislada). En cambio, en cada región se ratifican o surgen movimientos regionales que en ese ámbito cobran fuerza, lo que es una muestra más de que en Bolivia también se regionaliza la política.
En todo caso, más de los resultados que seguiremos analizando conforme aparezcan los datos oficiales, lo cierto es que, como ha señalado el propio presidente Evo Morales, estos comicios son el espacio que permiten que las divergencias se superen mediante el voto y no la violencia.
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