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miércoles, 23 de febrero de 2011

resulta sintomático que sea Raúl Prada uno de los sostenedores pensantes del MAS que vaya al ataque contra "el jacobino García Linera"


El último jacobino es una figura literaria para mostrar una comedia política. Hay quien se inviste del ropaje de los jacobinos, que era el ala de izquierda de la Asamblea Legislativa francesa de 1791, para emular sus acciones, vinculadas a la democracia que patrocinaban, que era de alguna manera parecida al paradigma de democracia concebido por Jean Jacques Rousseau.

Es difícil traer este concepto al presente de la revolución boliviana, al llamado proceso descolonizador, a no ser que se confunda al proceso que conduce a la fundación del Estado plurinacional comunitario y autonómico con la Revolución Francesa.

Esta extemporaneidad, esta descontextualización de la Revolución Francesa y traslado metafórico a Bolivia de principios del siglo XXI denota una desubicación total y una pretensión de adquirir los mismos significados, ribetes y simbolismo, cuando de lo que se trata es entender los significados del proceso boliviano, íntimamente vinculados a la descolonización, a la democracia participativa, al ejercicio directo, representativo y comunitario de la democracia, cuando de lo que se trata es de la muerte del Estado-nación.

Este anacronismo figurativo que sólo puede adquirir existencia en la cabeza del último jacobino boliviano, no es otra cosa que una pose colonial. Pero, esto no sería tan grave si no tuviera consecuencias prácticas. El último jacobino boliviano está enamorado de la etapa más dramática de la Revolución Francesa, el periodo del Terror. En 1793, el llamado Comité de Salvación Pública cayó bajo el mando de Maximiliano Robespierre. Es el momento cuando se desata lo que se denominó el Reinado del Terror (1793–1794), en el que murieron por lo menos 10.000 personas guillotinadas ante acusaciones de actividades contrarrevolucionarias.

El último jacobino boliviano se inviste de Robespierre, pero del Robespierre de la época del terror. Acusa de derechistas a quienes se oponen a sus proyectos delirantes de industrialización, a sus formas cupulares de tomar decisiones, al procedimiento grupal de redactar leyes y decretos, sin consulta popular, mandando a obedecer a asambleístas que tienen la obligación de levantar las manos y aprobar. La lista de derechistas tiene ya una gama grande de componentes, dejando de lado a la derecha recalcitrante de las oligarquías regionales, derrotada en Porvenir-Pando, ingresan a esta categoría dirigentes indígenas del Cidob, dirigentes campesinos de Caranavi, dirigentes cívicos de Potosí, dirigentes indígenas del Conamaq, dirigentes sindicales que se atreven a disentir y criticar, intelectuales e investigadores críticos.

La lista sigue, pero no se trata de describirla exhaustivamente, sino de interpretar el mapa paranoico del último jacobino boliviano, el mapa de los supuestos enemigos del proceso de cambio. Estas acusaciones delirantes sólo se pueden explicar por una paranoia del poder, pero también por la distancia enorme que separa al contenido, a las tendencias inherentes del proceso, vinculadas al horizonte descolonizador y del Estado plurinacional comunitario y autonómico, del proyecto político del último jacobino boliviano. Se trata de un proyecto político que apunta veladamente al capitalismo de Estado, a la restauración nacionalista del Estado-nación, a una anacrónica revolución industrial, a un Estado fuerte reducido a la dictadura de un pequeño grupo de clarividentes, abogados y especialistas. Nada del sistema de Gobierno establecido por la Constitución, que es el de la democracia participativa.

El último jacobino boliviano se enoja cuando se critica el estancamiento del proceso de nacionalización, cuando se dice que lo que ha destapado el gasolinazo, lo que se ha revelado es que no hay nacionalización. El reciente argumento que saca de la manga es la furibunda calificación de mentira. No hay discusión de ninguna clase, no se toma en serio el debate, ni se abre la posibilidad de una evaluación del proceso de nacionalización. Se dice que hay que acudir a fuentes de información pero precisamente es el último jacobino el que da cifras e indicadores fuera de toda fuente.

¿Por qué se insiste que hay control técnico de YPFB del proceso productivo y de la cadena económica de los hidrocarburos, cuando esto no ocurre para nada, cuando esta entidad estatal no opera, sólo administra? ¿Por qué se oculta que no se han cumplido los 44 contratos de operaciones por parte de las empresas transnacionales firmantes, no han invertido en exploración y en explotación, menos en industrialización, tal como establecen los contratos? Como dice María Lohman, estas empresas sólo invierten en la producción (saqueo) del gas, para cubrir los cupos comprometidos con Brasil y Argentina, a precios que les otorgan amplios márgenes de ganancia, más atractivos que el reducido mercado interno de producción de gasolina y diésel.

¿Por qué se ocultan las súper-ganancias que se llevan las empresas mineras, como la de San Cristóbal, que oscilan en un monto de alrededor de los 1.000 millones de dólares, dejando pírricos aportes al Estado boliviano? ¿Por qué se esconde los fracasos del modelo extractivista?, los fracasos de la empresa Jindal que va a explotar el hierro del Mutún, subsidiaria de una transnacional inglesa; la Jindal es conocida por escamotear y especular en el sistema mundial de las finanzas. Nada es transparente. Pero, esto es lo que menos le importa al último jacobino boliviano, pues está investido por el fantasma de Robespierre. El último jacobino está enamorado de sí mismo y del poder, lo que no le deja ver el bosque, quizás esto sea lo más peligroso para el proceso, pues nos conduce a la construcción del fracaso.

Raúl Prada Alcoreza fue asambleísta del MAS y ex viceministro de Planificación del Gobierno de Evo Morales.

paginasiete.bo

sábado, 19 de febrero de 2011

sísmico levantamiento social decapitó a Ben Alí y Hosni Mubarak en la letra de Mario Vargas Llosa que se lee por doquier


EL movimiento popular que ha sacudido a países como Túnez, Egipto, Yemen y cuyas réplicas han llegado hasta Argelia, Marruecos y Jordania es el más rotundo desmentido a quienes, como Thomas Carlyle, creen que "la historia del mundo es la biografía de los grandes hombres". Ningún caudillo, grupo o partido político puede atribuirse ese sísmico levantamiento social que ha decapitado ya las satrapías tunecina de Ben Ali y la egipcia de Hosni Mubarak, tiene al borde del desplome a la yemenita de Ali Abdalá Saleh y provoca escalofríos en los gobiernos de los países donde la onda convulsiva ha llegado más débilmente, como en Siria, Jordania, Argelia, Marruecos y en Arabia Saudita.

Es obvio que nadie podía prever lo que ha ocurrido en las sociedades autoritarias árabes y que el mundo entero y, en especial, los analistas, la prensa, las cancillerías y think tankspolíticos occidentales se han visto tan sorprendidos por la explosión sociopolítica árabe como lo estuvieron con la caída del Muro de Berlín y la desintegración de la Unión Soviética y sus satélites. No es arbitrario acercar ambos acontecimientos: los dos tienen una trascendencia semejante para las respectivas regiones y lanzan precipitaciones y secuelas políticas para el resto del mundo. ¿Qué mejor prueba que la historia no está escrita y que ella puede tomar de pronto direcciones imprevistas que escapan a todas las teorías que pretenden sujetarla dentro de cauces lógicos?

Dicho esto, no es imposible discernir alguna racionalidad en ese contagioso movimiento de protesta que se inicia, como en una historia fantástica, con la autoinmolación por el fuego de un pobre y desesperado tunecino de provincia llamado Mohamed Bonazizi y con la rapidez del fuego se extiende por todo Medio Oriente. Los países donde ello ha ocurrido padecían dictaduras de decenas de años, corruptas hasta el tuétano, cuyos gobernantes, parientes cercanos y clientelas oligárquicas habían acumulado inmensas fortunas, bien seguras en el extranjero, mientras la pobreza y el desempleo, así como la falta de educación y salud, mantenían a enormes sectores de la población en niveles de mera subsistencia y, a veces, en la hambruna. La corrupción generalizada y un sistema de favoritismo y privilegio cerraban a la mayoría de la población todos los canales de ascenso económico y social.

Ahora bien, este estado de cosas, que ha sido el de innumerables países a lo largo de la historia, jamás hubiera provocado el alzamiento sin un hecho determinante de los tiempos modernos: la globalización. La revolución de la información ha ido agujereando por doquier los rígidos sistemas de censura que las satrapías árabes habían instalado a fin de tener a los pueblos que explotaban y saqueaban en la ignorancia y en el oscurantismo tradicionales. Pero ahora es muy difícil, casi imposible, para un gobierno someter a la sociedad entera a las tinieblas mediáticas a fin de manipularla y engañarla como antaño. La telefonía móvil, Internet, los blogs , Facebook, Twitter, las cadenas internacionales de televisión y demás resortes de la tecnología audiovisual han llevado a todos los rincones del mundo la realidad de nuestro tiempo y forzado unas comparaciones que, por supuesto, han mostrado a las masas árabes el anacronismo y la barbarie de los regímenes que padecían y la distancia que los separa de los países modernos. Y esos mismos instrumentos de la nueva tecnología han permitido que los manifestantes coordinaran acciones y pudieran introducir cierto orden en lo que en un primer momento pudo parecer una caótica explosión de descontento anárquico. No ha sido así. Uno de los rasgos más sorprendentes de la rebeldía árabe han sido los esfuerzos de los manifestantes por atajar el vandalismo y salir al frente, como en Egipto, de los matones enviados por el régimen a cometer tropelías para desprestigiar el alzamiento e intimidar a la prensa.

La lentitud (para no decir la cobardía) con que los países occidentales -sobre todo los de Europa- han reaccionado, vacilando primero ante lo que ocurría y luego con vacuas declaraciones de buenas intenciones a favor de una solución negociada del conflicto, en vez de apoyar a los rebeldes, tiene que haber causado terrible decepción a los millones de manifestantes que se lanzaron a las calles en los países árabes pidiendo "libertad" y "democracia" y descubrieron que los países libres los miraban con recelo y, a veces, pánico. Y comprobar, entre otras cosas, que los partidos políticos de Mubarak y Ben Ali ¡eran miembros activos de la Internacional Socialista! Vaya manera de promocionar la socialdemocracia y los derechos humanos en Medio Oriente.

La equivocación garrafal de Occidente ha sido ver en el movimiento emancipador de los árabes un caballo de Troya, gracias al cual el integrismo islámico podía apoderarse de toda la región y el modelo iraní -una satrapía de fanáticos religiosos- se extendería por todo Medio Oriente. La verdad es que el estallido popular no estuvo dirigido por los integristas y que, hasta ahora al menos, éstos no lideran el movimiento emancipador ni pretenden hacerlo. Ellos parecen mucho más conscientes que las cancillerías occidentales de que lo que moviliza a los jóvenes de ambos sexos tunecinos, egipcios, yemenitas y los demás no son la sharia y el deseo de que unos clérigos fanáticos vengan a reemplazar a los dictadorzuelos cleptómanos de los que quieren sacudirse. Habría que ser ciegos o muy prejuiciados para no advertir que el motor secreto de este movimiento es un instinto de libertad y de modernización.

Desde luego que no sabemos aún la deriva que tomará esta rebelión y, por supuesto, no se puede descartar que, en la confusión que todavía prevalece, el integrismo o el ejército traten de sacar partido. Pero, lo que sí sabemos es que, en su origen y primer desarrollo, este movimiento ha sido civil, no religioso, y claramente inspirado en ideales democráticos de libertad política, libertad de prensa, elecciones libres, lucha contra la corrupción, justicia social, oportunidades para trabajar y mejorar. El Occidente liberal y democrático debería celebrar este hecho como una extraordinaria confirmación de la vigencia universal de los valores que representa la cultura de la libertad y volcar todo su apoyo hacia los pueblos árabes en este momento de su lucha contra los tiranos. No sólo sería un acto de justicia, sino también una manera de asegurar la amistad y la colaboración con un futuro Medio Oriente libre y democrático.

Porque ésta es ahora una posibilidad real. Hasta antes de esta rebelión popular a muchos nos parecía difícil. Lo ocurrido en Irán, y, en cierta forma, en Irak, justificaba cierto pesimismo respecto a la opción democrática en el mundo árabe. Pero lo ocurrido estas últimas semanas debería haber barrido esas reticencias y temores, inspirados en prejuicios culturales y racistas. La libertad no es un valor que sólo los países cultos y evolucionados aprecian en todo lo que significa. Masas desinformadas, discriminadas y explotadas pueden también, por caminos tortuosos a menudo, descubrir que la libertad no es un ente retórico desprovisto de sustancia, sino una llave maestra muy concreta para salir del horror, un instrumento para construir una sociedad donde hombres y mujeres puedan vivir sin miedo, dentro de la legalidad y con oportunidades de progreso. Ha ocurrido en Asia, en América latina, en los países que vivieron sometidos a la férula de la Unión Soviética. Y ahora -por fin- está empezando a ocurrir también en los países árabes con una fuerza y heroísmo extraordinarios. Nuestra obligación es mostrarles nuestra solidaridad activa, porque la transformación de Medio Oriente en una tierra de libertad no sólo beneficiará a millones de árabes, sino al mundo entero en general (incluido, por supuesto, Israel, aunque el gobierno extremista de Netanyahu sea incapaz de entenderlo).

© La Nacion

lunes, 14 de febrero de 2011

varios medios nacionales nos recuerdan que hace 132 años Chile asaltó por la fuerza de sus armas territorio boliviano y se apoderó de ingente riqueza




Bolivia recuerda 132 años de la invasión chilena a Antofagasta

Ex cancilleres creen que no hay voluntad ni consenso para resolver el tema marítimo.

No hubo ni hay una voluntad política de Chile, una respuesta favorable del Perú ni un consenso nacional para encontrar una solución común, real y factible para retornar a las costas del Pacífico con soberanía, afirmó el ex canciller Javier Murillo de la Rocha.

Después de varias décadas de negociaciones, hasta el momento no se avanzó hacia una solución real del problema, pese a que tanto el gobierno de Bolivia y Chile se ufanan de haber construido un “clima de entendimiento”, que hasta la fecha no se concreta en nada.

Murillo de la Rocha afirmó que la solución al problema del enclaustramiento marítimo de Bolivia tiene que pasar porque exista interés político real de Chile, la aceptación del Perú de una solución y consenso en Bolivia, sobre todo porque la Constitución Política del Estado (CPE) afirma que la salida al mar tiene que ser con soberanía.

Bolivia aguarda 132 años y el acceso al mar no llega

Un día como hoy, Chile invadió Antofagasta

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ANTOFAGASTA, SIGUE LEJOS DE BOLIVIA

Sí hay un mal que dura más de cien años, es la herida más dolorosa que Bolivia sufre y que no encuentra cura a pesar de los esfuerzos diplomáticos. Un día como hoy, hace 132 años las tropas militares chilenas invadieron Antofagasta despojando así al país de un acceso libre, soberano y útil al océano pacífico.

El ex canciller, Armando Loaiza, dijo a EL DIARIO que el país no debe perder las esperanzas para resolver la demanda centenaria y que está condenada a negociar aprovechando las bases de diálogo que se lograron hasta el momento. Entretanto, el ex diplomático boliviano, Javier Murillo de la Rocha, sostuvo que se necesita de una amplia voluntad política ante los diferentes obstáculos que se presenten en un futuro.

“La herida histórica más dolorosa ha sido la pérdida de la salida al mar en la Guerra del Pacífico, pese a ello el país nunca ha dejado de lado el tema buscando solución mediante la vía diplomática y no de la guerra. Bolivia nunca abandonó la esperanza de alcanzar la reintegración marítima”, afirmó Armando Loaiza.

VOLUNTAD POLÍTICA

Por su lado, el ex canciller Javier Murillo de la Rocha expresó que no se ha podido dar una solución al tema marítimo en 132 años porque “los problemas de esa magnitud se resuelven sólo cuando la voluntad política es mayor a los obstáculos que se tienen que enfrentar. Eso explica que durante este tiempo no se ha logrado resolver este tema”.

Sostuvo que dicha voluntad política no sólo era escasa por parte de Bolivia, sino también de parte de Chile. Afirmó que en el país faltó consenso sobre las dimensiones y características de la problemática marítima.

NUEVO PROCESO DE NEGOCIACIÓN

Loaiza manifestó que ahora tanto Chile como Bolivia tienen las bases de confianza diplomáticas para un nuevo proceso negociador mediante la conformación de la Comisión Binacional de Alto Nivel presidida por los ministros de relaciones exteriores, lo que debería ser aprovechado para avanzar en la solución a la demanda boliviana.

“Me parece que se tiene que seguir trabajando por la búsqueda de un arreglo pacífico, teniendo presente las circunstancias actuales. En esta época, Chile y Perú están en una controversia jurídica en La Haya y Bolivia debe seguir con máxima atención este proceso para no dejar de lado la negociación con Chile”, complementó Loaiza.

El ex canciller Loaiza afirmó que un país nunca debe olvidar su historia, pero que paralelamente se debe proyectar al futuro especialmente por las nuevas generaciones. Acotó que los bolivianos tienen derecho a formar parte del sistema de países del océano Pacífico que está en un gran progreso.

“El Pacífico ya no es el océano del futuro, sino el del presente, en él se dan los mayores avances económicos yBolivia debería estar presente”.

COMISIÓN DE ALTO NIVEL

Loaiza aseveró que la conformación de una Comisión Binacional de Alto Nivel es una demostración de justicia para Bolivia.

Expresó que dicha instancia es un buen instrumento para negociación definiendo los contenidos de cada una de las propuestas a tratarse.

“Bolivia debe prepararse diplomáticamente y argumentalmente para afrontar esta negociación”, añadió el diplomático.

Al respecto, Murillo dijo que la conformación de la Comisión Binacional es de mucha relevancia, pero que aún falta conocer los avances y que además se debe tener paciencia porque “el tema marítimo no podrá resolverse con unos cuantos encuentros por más que sean tratados por las más altas autoridades”.

ENCUENTRO PREMATURO

Murillo agregó que la realización de un encuentro entre presidentes es prematuro porque se debería trabajar mucho a nivel de cancillerías y que cuando se sepa las propuestas concretas de ambos países se tendría que llegar a ese nivel de reunión

GAS POR MAR

Ante las propuestas de algunos políticos de tratar nuevamente la estrategia “gas por mar”, Loaiza explicó que todo se debe tomar en cuenta pero que esta propuesta fue rechazada tajantemente por Chile, lo que creó una abierta situación de malestar diplomático entre ambos países. “Chile ha desarrollado una estructura gasífera que ya no necesita del recurso energético boliviano”, subrayó.

Diferendo marítimo está en manos de Piñera y Morales

Negociaciones se intensifican

Hoy se recuerda 132 años de la invasión chilena a Antofagasta. El diputado oficialista Juan Carlos Cejas aseveró que el Gobierno trata el tema con responsabilidad y mucho respeto. Entretanto, la senadora por Convergencia Nacional, Centa Rek, explicó que el papel del presidente Morales es fortalecer las relaciones bilaterales en el próximo encuentro entre mandatarios.

Según el libro de Carlos Mesa, un 14 de febrero de 1879 los habitantes de Antofagasta vieron en el horizonte el humo del blindado de Cochrane y la corbeta O’Higgins que se sumaban al blindado Blanco Encalada que partió días antes.

El país carecía de un mínimo de efectivos por lo que el desembarco de las tropas chilenas que en número aproximado de 200 tomaron la plaza fue un paseo. Los chilenos obligaron a los funcionarios bolivianos y los pocos guardias armados abandonar la ciudad. De los 6.000 habitantes de Antofagasta, 5.000 eran chilenos y sólo 600 bolivianos, el resto de varias nacionalidades.

La invasión inició unilateralmente el conflicto bélico. Al no existir líneas telegráficas en el territorio boliviano, la noticia llegó al país por la vía de Tacna. El cónsul boliviano, Manuel Garnier, escribió una carta al presidente Hilarión Daza y la envió con el chasqui Gregorio Collque (Goyo) que hizo el máximo esfuerzo y cubrió la distancia a La Paz en cinco días. El 25 le entregó la misiva a Hilarión Daza. El 26 el Gobierno hizo una proclama a la nación, comunicando la agresión y estableciendo los aprestos para la defensa.

El ataque llegaba en un pésimo momento para Bolivia, una inclemente sequía en 1878 había generado desabastecimiento en los mercados, hambruna, peste y gran mortalidad. Bolivia había sido privada de una salida soberana al Pacífico. En 1882, una tregua estableció que Chile asumía la administración de Antofagasta hasta que se firmara el Tratado de Paz.

ROMPEN RELACIONES DIPLOMÁTICAS

El 20 de octubre de 1904, Bolivia y Chile firmaron dicho Tratado, el cual determinaba los límites territoriales para ambos Estados a consecuencia de la Guerra del Pacífico. En 1962, Bolivia rompe relaciones diplomáticas debido a la utilización por Chile de las aguas del río Lauca.

En 1975, después del llamado “abrazo de Charaña” entre los dictadores Augusto Pinochet y Hugo Banzer, Chile propuso la cesión de una franja de territorio al norte de Arica, que comprendía una salida al mar, compensada por una superficie equivalente de territorio boliviano. La propuesta no prosperó debido a la oposición peruana. En 1978, Bolivia rompe relaciones diplomáticas con Chile, situación que se mantiene hasta hoy.

martes, 8 de febrero de 2011

la presunción de inocencia es una institución universal contra el abuso de la autoridad, la tiranía, un derecho conquistado con sangre de libertad

Presunción de inocencia, una garantía procesal de aplicación obligada.

Esta institución jurídica destinada a ser una de las más firmes garantías del debido proceso, fue incorporada a la Constitución de 1967, con una redacción precisa y contundente de manera que al ser aplicada e interpretada no sea distorsionada ni se le dé una dirección ajena a su finalidad. “Se presume la inocencia del encausado mientras no se pruebe su culpabilidad”, decía el texto del artículo 16.I de la anterior Constitución. Una reforma sustancial en materia penal, pues no se olvide que antes de ella se tenía la presunción de culpabilidad según el texto del Art. 1º. del código penal de 1834, que obligaba al infractor a probar su inocencia, situación que sirvió para cometer atropellos y arbitrariedades contra la persona involucrada.

La reforma de 1967, que se mantiene vigente en la Constitución promulgada el 7 de febrero de 2009, aunque con una redacción menos categórica y abierta más bien a posibles interpretaciones alejadas de su real propósito, cerró formalmente una injusta y larga época de la presunción de culpabilidad que harto sirvió para denigrar a la persona y hacerla víctima de vejámenes contra su dignidad. (Artículo publicado por el diario mayor El Deber de SC)

Los redactores y legisladores del nuevo código de procedimiento penal (conocido por Ley 1970 de 25 de marzo de 1999), tuvieron el acierto de incorporar, junto a otros principios, la presunción de inocencia dándoles la justificada relevancia como garantía procesal para evitar atropellos y errores judiciales irreparables. En el artículo 6 de este procedimiento hay una síntesis de las garantías de las que debe gozar el procesado en materia penal. Así, todo imputado será considerado inocente y tratado como tal en todo momento, mientras no se declare su culpabilidad en sentencia ejecutoriada; tampoco será obligado a declarar contra sí mismo y la carga de la prueba corresponderá a los acusadores “y se prohíbe – además - toda presunción de culpabilidad”. Hay, pues, en el texto citado reglas básicas de índole garantista para su aplicación en el ámbito de los procesos penales.

Ahora bien, en la práctica son los jueces quienes están obligados a dar correcta aplicación al enunciado constitucional de la presunción de inocencia que encontramos en el Art. 116. I de la nueva Constitución, pese a tener inexplicable condicionamiento que puede disminuir su eficacia pues dice: “Se garantiza la presunción de inocencia. Durante el proceso, en caso de duda sobre la norma aplicable, regirá la más favorable al imputado o procesado”. No es una redacción que pueda tranquilizarnos del todo, sin embargo y para despejar esa inquietud es la Convención Americana de Derechos Humanos que en su Art. 8.2 reconoce el derecho de presunción de inocencia de quien estuviera inculpado de la comisión de algún delito mientras no se establezca legalmente su culpabilidad. Este enunciado despejará la duda de la autoridad judicial, sobre todo si tenemos en cuenta que la Constitución vigente, en materia de derechos humanos, da un criterio de interpretación cuando afirma que los derechos consagrados en la Constitución se interpretarán de acuerdo con los Tratados Internacionales de Derechos Humanos (Art. 13.IV).

El tema aquí tratado, de la manera más sucinta, es de todos conocido. Por ello nuestra intención ha sido la de actualizarlo en circunstancias que caracterizan el momento actual, cuando se han instaurado procesos penales que son de conocimiento público, contra autoridades elegidas por voto popular sin considerar el derecho a la presunción de inocencia ni el debido proceso, en un abierto atentado contra el Estado de Derecho y el sistema democrático. Parecería que hay sometimiento de órganos jurisdiccionales y del Ministerio Público a las instructivas del régimen gubernamental antes que a la ley y a la Constitución. Entonces haría mucho bien al país - para evitarle retroceso a épocas de abuso y autoritarismo- que haya respeto a la independencia de poderes y que legisladores, jueces y fiscales hagan de la ley instrumento de justicia y no de represión.

sábado, 5 de febrero de 2011

recelo entre cubanos y venezolanos. cubanos pobres no tienen la influencia con Evo como los venezolanos ricos que reparten bonos. Wikileaks en El País

El principal punto de fricción viene de los intentos del Gobierno de emplear al Ejército como fuerza policial, algo a lo que los uniformados se oponen. En sus informaciones internas Washington cree posible que en el caso de que el Ejército recibiera una orden de Morales en este sentido, podría dividirse con una facción, que recibe pagos de Caracas, que no obedecería a sus mandos. "Aunque los bonus venezolanos han cimentado algunas lealtades, también han creado mucho resentimiento entre los rangos medios y bajos al costo significativo de legitimidad para el alto mando", subraya un texto.

La influencia venezolana en Bolivia, respaldada por cuantiosas ayudas económicas ha llegado incluso a despertar los celos de Cuba, que puede aportar personal pero es incapaz de competir con el dinero procedente de Caracas. "Ha emergido una tensión ideológica entre Cuba y Venezuela para ganar el corazón del Gobierno de Morales" destacan los informes estadounidenses que subrayan cómo los cubanos se ven relegados a un papel secundario frente a los venezolanos, lo que hace a los asesores de Caracas disfrutar de mayor influencia "en el círculo íntimo de Morales".

Los asesores de Morales

En dicho círculo, Morales divide a sus asesores en tres grupos diferentes: uno de políticos con quienes colabora normalmente, otro de diferentes personalidades de la vida boliviana y un tercero que es objeto de la especial atención de los estadounidenses que lo definen como "una Caja de Pandora". Son asesores cubanos y venezolanos "que han ido ganando influencia con el presidente Morales". El presidente boliviano se reúne varias veces a la semana con sus asesores extranjeros "sin que haya ningún consejero local presente". Morales "no ve a sus asesores cubanos y venezolanos como una amenaza para su poder local" y los estadounidenses consideran que "si llega a recelar de sus asesores locales se apoyará más en sus consejeros extranjeros para realizar sus proyectos".

Los políticos locales no son los únicos que se ven desplazados ante la presencia extranjera. Los estadounidenses creen que crece la frustración militar por la influencia de los consejeros venezolanos y recogen el testimonio reservado de altos jefes militares quienes declarándose fieles al orden constitucional dudan de la lealtad de toda la cadena de mando debido a los fondos con que Venezuela "engrasa" sus propias líneas de afinidad dentro de las Fuerzas Armadas bolivianas.

Los informes resaltan que "a diferencia de Chávez, Morales no tiene una red amigos personales en el Ejército y los militares recelan de cualquier papel considerado político". Desde que llegó al poder, Morales había pedido repetidamente al Ejército que se declarara "socialista", sin embargo el jefe de la Fuerzas Armadas, Wilfredo Vargas, a quien Washington consideraba "un enigma" evitó dar ese paso. Pero Morales ha impuesto finalmente su criterio y el pasado febrero el nuevo jefe, Antonio Cueto, proclamó al Ejército boliviano "socialista, antiimperalista y anticapitalista".

La influencia de Caracas

EE UU resalta que Morales toma a veces decisiones de las que colaboradores más cercanos de Morales no saben nada pero Caracas sí. Los documentos citan como ejemplola expulsión del embajador estadounidense en La Paz, Philip Goldberg, en septiembre de 2008. En un informe confidencial Goldberg relata cómo se encontraba reunido con el ministro de Exteriores boliviano, David Choquehuanca, para hablar de la reciente orden de expulsión de los agentes antidroga de EE UU presentes en Bolivia de la que Choquehuanca tampoco había sido informado anteriormente por Morales. "Tuvo que abandonar la reunión para atender una llamada del presidente Morales. Cuando regresó parecía incómodo y dijo que había recibido malas noticias. 'El presidente acaba de anunciar públicamente que usted es persona non grata", relata el embajador de EE UU. Para entonces Chávez ya había aparecido en televisión felicitando al mandatario boliviano por su decisión.

A menudo, los diplomáticos estadounidenses expresan a Washington su hartazgo ante las constantes acusaciones de conspiración que Morales y sus estrechos colaboradores dirigen contra su país "como si estuviera Chávez susurrando al oído". "Es una pena que el Rey Juan Carlos de España no esté en Bolivia para decir '¿por qué no te callas?", termina una comunicación.