Con la paciencia de un orfebre y el sigilo de un detective privado, los gobiernos de Néstor Kirchner y de Hugo Chávez construyeron una relación bilateral atípica entre la Argentina y Venezuela. Entre Buenos Aires y Caracas se edificó un vínculo que va mucho más allá de la simpatía política y que se sedimenta en una misteriosa trama de negocios que siempre se manejó por un carril paralelo a la Cancillería.
Aunque el lector desprevenido se sorprenda, fue el Organo de Control de las Concesiones Viales (Occovi), que conducía Claudio Uberti, cuya función era controlar las rutas con peajes, el que se encargó tramitar todos los negocios que el Estado argentino y las empresas locales hacían en Venezuela.
Bonos soberanos, maquinaria agrícola, ascensores, ganado en pie, medicamentos, buques, lácteos y fueloil fueron algunos de los rubros en los que se enfocó el comercio.
El pionero de los acuerdos bilaterales agrícolas fue uno firmado en 2004 mediante el que se negoció la venta de 2000 vaquillonas argentinas para que Venezuela mejorara su genética ganadera. Para el primer envío de 900 vaquillonas, en febrero de 2005, vino Chávez a despedir el embarque. Era el inicio de una serie de envíos de miles de cabezas criollas con destino caribeño. Jamás se avanzó más allá de aquellas cabezas.
Luego apareció otra muestra de la creatividad de kirchneristas y chavistas. Se creó un fideicomiso que funcionaría entre los dos países. Venezuela vendía combustibles y no cobraba, sino que generaba un crédito en ese fondo con el que compraría bienes producidos en el país. Así se consolidó una relación bilateral comercial paralela.
También se anunció la prometedora alianza entre dos petroleras estatales: Petróleos de Venezuela (Pdvsa) y Enarsa. La primera es una de las 10 petroleras más grandes del mundo; la segunda, una creación kirchnerista que da sus primeros pasos en este competitivo mercado. De las 600 estaciones de servicio que iba a tener la alianza, anunciada por Chávez en 2005, apenas hay dos. La venezolana ha iniciado una expansión en la Argentina, bajo la marca Pdvsur. Y lo hace en soledad, sin Enarsa.
El astilleroOtro negocio que se hilvanó fue la contratación de Astillero Río Santiago para construir dos embarcaciones por orden de la petrolera. Se trata de dos Panamax -medida máxima que puede cruzar por el canal de Panamá-, que constituyen el principal proyecto del astillero. Hubo varios retrasos, ya que los insumos debían ser enviados por el gobierno chavista.
El monto más importante se lo llevaron los títulos públicos y el fueloil. A falta de prestamistas que confiaran en el país, Venezuela se convirtió en un gran comprador de bonos a cambio de una tasa de interés más que conveniente. Entre 2005 y 2007, Chávez compró US$ 5100 millones en bonos, que luego eran vendidos en el mercado local. La diferencia era un gran botín de amigos del poder venezolano.
Otro de los sectores que viraron su mirada hacia Venezuela es el de la maquinaria agrícola. Venezuela se convirtió en el principal comprador de maquinaria para el agro. En los primeros nueve meses de 2007, poco después de la firma de un acuerdo para el sector, las exportaciones del sector crecieron 77,1 % con relación a lo exportado en el mismo período de 2006. Venezuela compró por 84,5 millones de dólares, un 72,6% del total. Los industriales argentinos cobraban del fideicomiso generado entre los dos países. A ellos se les ofrecían gestores que se especializaban en tramitar los pagos en Caracas.
Hubo más: un salvataje a Sancor y millonarias compras de fueloil, siempre operaciones lejanas a las convenciones del comercio internacional.
US$ 5100Millones
- Es la cantidad de bonos argentinos que compró Venezuela entre 2005 y 2007, a una tasa cercana al 15%.
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