El contrabando y las aduanas
Mauricio Aira
¿Quién podría dudar del daño que causa en la sociedad moderna el contrabando por un deficiente funcionamiento de las aduanas? No es extraño por tanto la cotidiana lectura de hechos noticiosos relacionados con ambos fenómenos del sistema de recaudaciones por importación y/o exportación de mercaderías y productos a través de las fronteras de un país determinado.
El tema del contrabando es parte sustancial a la vida nacional desde cuando se empezó a regular el comercio exterior que antes de 1953 cuando se nacionalizaron las minas de los grandes empresarios conocidos como “los barones del Estaño” vale decir Patiño, Hoschild y Aramayo era casi exclusivamente de minerales en barrilla que salían directamente a las grandes fundiciones en Estados Unidos e Inglaterra. Hoy en día a más de medio siglo de la transformación de mono a multi exportador la historia de las grandes importaciones empieza por los años 40 y 50 del siglo pasado al punto que hoy Bolivia importa mucho más de lo que exporta sobre todo en manufactura, maquinaria y hasta en productos alimenticios.
El problema del contrabando tipificado como la tarea de introducir o sacar objetos y materiales burlando las reglas vigentes se ha convertido en algo tedioso al resultar que la misma comunidad contribuye a su cometido, por cuando se reducen los costos mediante un acceso más rápido y de menor costo para el comerciante que se beneficia del mismo, aún cuando al mismo tiempo el Tesoro de la Nación sufre por el impacto de ingresos disminuidos. La economía nacional tiene en los impuestos de éste rubro el ítem más alto para sus disponibilidades presupuestarias.
No significa novedad alguna que el contrabando por aire, mar o tierra a través de las extendidas fronteras de la geografía boliviana importa una fuente de ingresos ambicionada por los grupos de poder que se reparte el botín en forma persistente, organizada y criminal no obstante todas las declaraciones de pureza y “manos limpias” que se formulan públicamente. No hace mucho cuando por efecto de la renovación del Gabinete ministerial abundaron las afirmaciones de “proceder a un ejemplar período de moralización en las Aduanas excluyendo a todos los corruptos,” los comunicadores informaron que por debajo de la mesa, seguían circulando las recomendaciones de los poderosos del partido gobernante, para “dar pegas a sus allegados”. Lo anterior quiere decir que la lucha anticorrupción significa simplemente el revelo de un personal que supuestamente ya “robó bastante” para ser sustituido por otro ahíto de desesperación por un rápido enriquecimiento.
No se puede desconocer que políticos bien intencionados han tratado de abarrotarse de leyes y disposiciones para controlar las aduanas, tarea brumadora que ha derivado en una maraña de disposiciones que sólo los expertos pueden entender, de parte de los importadores y exportadores agrupados en la Cámara Nacional de Despachantes de Aduana, y de parte del gobierno de los “vistas e inspectores” que resultan siendo los cargos más apetecidos. “Yo quiero el puesto, aunque no tenga ítem” hemos oído a menudo, porque el postulante cuenta “con que las caídas le salvarán de apuros”.
El botín de los que ganan el poder. Así se podría definir el aparato del control aduanero que caracteriza a los gobiernos de los últimos 40 años. Como bien describe un testimonio de un comunicador que vivió su experiencia desde dentro. “El ministro designa en los cargos más importantes del aparato aduanero previa consulta con el Jefe de Gobierno, porque un cargo de “vista de aduana” es tan o más importante que un Director de Departamento, de un Jefe de tal o cual organismo estatal. Se establece un sistema de recolección de fondos que se reparten de inmediato entre los integrantes de una lista mantenida en la más estricta reserva. “Cuanta mayor es la responsabilidad del aduanero, mayor será el mérito de haber cumplido con todo el equipo mafioso”. En la mayoría de los casos se fija un mínimo de recaudación semanal o mensual que irá a dar a los bolsillos del ministro, de los vice-ministros, de los directores generales, de los responsables departamentales, de los inspectores, etc., etc., para terminar con la última recaudación de un período determinarlo que será como la culminación del trabajo realizado por “el vista”. Cuando ha cumplido al cien por ciento su labor “de recaudación”, le ascenderán a un nivel superior, vale decir que si estuvo en Charaña, será cambiado al Desaguadero, de allí a Puerto Suárez o Cobija.
La forma de obtener “su cuota” es tradicional, extorsión, engaño, amenazas, violencia, decomisos y hasta arrestos. El contrabandista sabe lo que le espera, es más cuenta con las extorsiones, siempre en el mayor sigilo, no puede decir una sola palabra, ni contar a otros de qué manera se le concedió “el beneficio” de dejar pasar su mercadería. En éste trato sucio, no hay papeles, ni contratos, ni recibos, ni mensajes. Todo es vía verbal, sin testigos de por medio, en secreto. Se podría afirmar que todo el aparato de funcionarios, policías, guías y asistentes que intervienen como actores de la exacción, actúan bajo juramento. Nadie menciona cantidades, ni los nombres de funcionarios, si siquiera las vías por las que pasó “su mercadería” y funciona de éste modo, días tras día, mes tras mes.
Aduanas. Contrabando. Corrupción. Es la moderna trilogía cuya asociación surge espontánea en nuestra mente. Y es que como alguno lo bautizó “es el flagelo de Bolivia”, aunque claro está el fenómeno es común a todos los países latinoamericanos y subdesarrollados, aunque existen naciones donde no hay corrupción, afirmación que molestará a algunos, una cosa es que existan corruptos otra distinta que exista “la corrupción institucionalizada como en Bolivia” y que causa espanto. Las cumbres han reconocido que junto al narcotráfico, la corrupción es el cáncer que corroe el alma de los pueblos. Lo más extraño es que hasta la fecha no hubiese suscitado un debate franco y profundo que lleve a dimensionar sus efectos perniciosos y plantear algunas soluciones.
¿Quién asegura que la democracia significa honestidad a toda prueba? Se sabe de dictaduras que han intentado curarse del mal y de democracias demagógicas que lo han mantenido como la administración actual que proclama a voces su “honestidad a toda prueba” y que sin embargo transó con los 33 camiones de contrabando en Pando. Premio al gestor del acuerdo Juan Ramón Quintana y castigó al general de ejército que trató de impedir la consumación del contrabando más famoso en la historia de Bolivia. Se ha tipificado al régimen como una dictadura blanda, que es también una dictadura falsa, hipócrita y disfrazada de honestidad y pureza, cuando se ve los la dimensión de sus actos corruptos, el tamaño de su pecado. Crímenes y desfalcos. Fraudes inconmensurables en materia de construcción de carreteras, en la compra de equipos de transporte, de computación, de medicinas, de menaje y hasta de ropa para los uniformados. Grandes robos, pillerías y delitos del entorno.
Tanto el Derecho, como los diversos códigos vigente e inmersos en la CPE tipifican los actos de corrupción como prevaricato, cohecho, soborno, aceptación de dádivas o regalos, peculado, malversación, exacción, concusión, encubrimiento, nepotismo, usurpación, extorción, estafa, desacato, abuso, desfalco, retardación, omisión, tráfico de influencias y otros aunque resulta el concepto mismo enredado en una nomenclatura complicada al fin de liberar de culpa a los denunciados en su comisión, lo que de alguna manera podría explicar que siendo tantos los acusados de corrupción, tan pocos estén pagando sus culpas en las cárceles bolivianas. La mayor cantidad de detenidos son padres de familia que no pagan las pensiones de sus hijos o aquellos envueltos en delitos del narcotráfico gracias a la Ley 1008, que ahora mismo la quieren derogar.
Waldo Peña Cazas uno de los columnistas más prestigiados del medio y que escribe a menudo sobre la corrupción ha producido Teoría y Práctica de la Corrupción en que la clasifica por sus modalidades en bancaria, judicial, policial, y con pleno conocimiento de causa describe la corrupción aduanera, objeto del presente ensayo reconociendo de partido que en Bolivia la Aduana Nacional es por tradición la fuente de recursos para sustentar las arcas partidarias para enriquecer a los jerarcas. Refiere su experiencia personal al haber sido nombrado Asesor por la responsable de entonces Gloria Sánchez de Barrientos. “desde un comienzo fui visto con recelo por funcionarios nombrados por la Presidencia o el ministerio, nos toleraron con mucha cautela suponiendo que éramos militantes con cuñas en la cúspide”. El periodista que también es abogado aunque nunca ejerció refiere que le llamó la atención el impresionante número de llamadas, cartas, visitas, resoluciones, ruegos y hasta amenazas para nombrar o destituir a personas afectas o desafectas al MNR (partido gobernante) los más apetecidos eran los cargos en aduanas de Chile y Brasil. Los problemas se dieron al negarse el nuevo equipo a rechazar las presiones. “los corruptos acusaron de corrupción a quienes les habían cortado las uñas, valiéndose de cartas, denuncias y panfletos anónimos enviados a los medios de comunicación donde –periodistas pagados- los dieron a luz, sin tomarse la tarea de investigar”. De las amenazas pasaron a los hechos, “las barzolas” sustituidas hoy por “las bartolinas” instigadas y pagadas por los busca-pegas irrumpían como hoy con carteles y arengas rebasando a guardias y funcionarios para imponer sus exigencias. “Estos grupos de mujeres delincuentes son los mismos que conforman las barras en el Congreso y actúan como grupos de choque en las protestas contra el gobierno”. O sea Peña Cazas corrobora mis constantes denuncias de los grupos, hoy día llamados “movimientos sociales” en la nomenclatura masista, y que son utilizados para toda ocasión a cambio del salario del día, de la coca y de la chica, de la comida y en su caso las mercaderías que se les distribuye como ración familias. (Es el caso del crimen del adolescente Cristian Urresti en Cochabamba) una “bartolina distribuyó víveres del Estado entre los sitiadores de Cochabamba. Alimentos destinados a emergencias de los depósitos de Acción Civil” (Los Tiempos, 13 de enero del 2009)
Continuando con el hilo del relato. La nueva administración sufrió diversos asedios externos, pero también presiones en la línea directa del ministerio y hasta de la Presidencia. Peticiones de informe por motivos baladíes, pago de compromisos adquiridos por administraciones anteriores y que aparecían como resabios de negociados, rechazo a requerimientos legítimos para compra de equipo de transporte y toda clase de acciones de sabotaje, entre otros por haber decomisado un contrabando de oro en barras y destituido a un deshonesto funcionario de la Aduana de El Alto, lograron la captura de 10 camiones cargados de contrabando. Cuando creyeron en la derrota de los ilegales, se advirtió el activismo de “las contrabandistas” que movilizaron en su favor a ministros, subsecretarios, diputados, fiscales y que el decomiso estaría incubando acciones sociales que le harían daño al Gobierno, hicieron actuar inclusive a líderes sociales y hasta las Iglesias de Charaña “repicaron las campanas hasta lograr que las turbas incendiaran las dependencias aduaneras con el saldo de varios heridos, a tiempo que el ministerio de Hacienda hostigaba a favor de la ilegalidad”.
El capítulo en cuestión se refiere también a “industriales” que no son tales sino más bien “contrabandistas” y al comercio informal constituido por miles de afiliados en las grandes ciudades y que viven del contrabando en cuya gestión están comprometidos jerarcas del partido y del gobierno y de los grandes capitales que crecen en la medida en que no pagan impuestos. Es decir toda la súper estructura inmersa en el aparato del poder sin excluir rubro alguno, ejército, policía, prensa, política, empresariado porque se ha llegado a crear una especie de “cultura del contrabando” que lo abarca todo, por increíble que parezca, en una sociedad en que nadie cumple la Ley si de éste modo puede aumentar sus ingresos. Demás está añadir que Gloria Sánchez de Barrientos no llegó a los ocho meses de gestión, tampoco el periodista convertido en un novel aduanero. Un equipo humano animado de honestidad y administración ejemplar colisionó contra la corrupción y el nepotismo.
Más allá de lo anecdótico se tiene un cambio del papel represivo de las aduana en “facilitadores en los trámites y operaciones”. Son los nuevos agentes aduaneros que prestan servicios ya en calidad de profesionales egresados de la facultad de Derecho Aduanero, que es en buenas cuentas una rama más del Derecho y tiene que ver con todas las transacciones comerciales relacionadas con la importación y exportación.
En la conclusión una mirada histórica nos muestra que en todos los pueblos de la antigüedad existieron incipientes formas de control de mercaderías. Los árabes impulsaron el derecho de aduana dándole el carácter de tributo, “los diezmos de puertos secos y mojados”. En la Edad Moderna las aduanas no eran instrumento de política comercial, sino recaudadores de impuesto. En Roma las aduanas existen ya en la monarquía Anco Marcio quién fundó en el puerto de Ostia la puerta de entrada de las mercaderías. Crónicas de Génova y Pisa, de Atenas, de los fenicios que fueron grandes navegantes registran actividades de importación y exportación sujetas a reglas de control. Ya más cerca de la República, fue España que tenía varios siglos de experiencia en el manejo de “un cuaderno de transacciones” que registraba entradas y salidas en los puertos peninsulares. En materia aduanera el monopolio absoluto era el régimen que aplicaba España, persiguiendo el completo aislamiento con respecto a las demás naciones para conservar el tráfico exclusivo a sus colonias.
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