PROMISCUIDAD
Hay términos que son incomprendidos. No todo significa lo que se supone. Este es un vocablo que usualmente ocasiona seños fruncidos o aspavientos moralistas. Pero, más allá de lo divertido que suene paralgunos, inocentemente puede significar entre otros: embrollo, revuelto, entreverado e impreciso.
Hace un par de semanas, Evo Morales provocó que USAID fuera expulsado con
ignominia por la injerencia en la política interna del país y otra serie de
acusaciones sobre el protagonismo de los americanos (feos) en cuanto intento
desestabilizador amenaza frecuentemente el gobierno según sus propias
elucubraciones. Cuando se detenta todo el poder, es claro que se está eximido
de presentar pruebas por acusaciones que deben ser tomadas como axiomas más allá
de cualquier discusión.
Las cosas no podrían estar peor en el relacionamiento con Estados Unidos, lo
que no es óbice para no dejarse llevar por la tentación de que ciertos
connotados personajes pongan a Bolivia en el centro de las noticias internacionales
y le den a la figura presidencial una relevancia mal calculada.
Es claro que la visita de SE -en compañía del Embajador Delegado boliviano
ante el tribunal de La Haya- al ex-Presidente Jimmy Carter -quien es tildado
como un demócrata de marcado tinte izquierdista-, ha sido una acción de
política internacional del gobierno boliviano, que en circunstancias normales hubiera
resultado una estrategia interesante. Sin embargo y pese a que los
ex-Presidentes en Estados Unidos son respetados notables, su gravitación en las
decisiones del ejecutivo en ejercicio es irrelevante. Como Presidente de la
Fundación Carter, respaldó por ejemplo los
resultados de uno de los más dudosos procesos en Venezuela como fue el
referéndum de 2004. Ha desplegado acciones de intermediación diplomática en muchos
países del mundo en los que no ha ocultado su preferencia por los progresistas
y algunos otros que no son precisamente devotos de las virtudes de la
democracia que históricamente, profesan tanto Republicanos como Demócratas.
Para quien la democracia es sinónimo de ejercicios electorales casi exclusivamente,
tiene que ser muy incómodo el sentirse acorralado por CNN (cuándo no), cadena
de noticias que es una de las peores pesadillas de Evo Morales. El por qué
accede a darles entrevistas, es una incógnita difícil de resolver. Lo que sí es evidente, es que está
acostumbrado a que la prensa en Bolivia se muerda la lengua en más de una
oportunidad para no desatar su ira y ser denostada públicamente. O algo peor. Pero
la reacción de SE fue un disparo en el pie. Embarazoso el modo en que perdió la
compostura ante el embate de preguntas, que probablemente no estaban calculadas
para provocar una evidente hipertensión
presidencial. Una cosa es demostrar en casa quién es el que manda y otra
totalmente diferente, es pretender hacerlo ante un medio que no tiene nada que
temer y cuya audiencia se siente en absoluta libertad de formar una opinión.
Al parecer Sean Penn ha sido otro de los que le disparó a un pie. Con la
diferencia que fue al pie de otro, más claramente al de Jacob Ostreicher.
Apasionamientos aparte, la intención del laureado actor norteamericano ha
logrado su objetivo. En un mundo que siente gran debilidad por las estrellas de
cine, una noticia como la provocada, ha puesto nuevamente en hora pico el tema
de la dudosa administración de justicia en Bolivia en éste y otros casos. Es obvio
que la genialidad de usar el ansiado Dakar para lograrlo, ha sido una mala idea
y no sería de extrañar que nunca más una película protagonizada por él sea
permitida en el país o provoque un
tumulto de corte chauvinista.
Las posibilidades de lograr una especie de indulto presidencial que
facilite la exoneración del americano -aún
con arresto domiciliario- han sido enterradas al modo de Hollywood, aunque
quede la gran interrogante de cuál es el delito por el que se lo acusa
puntualmente. Hay quienes suponen que el principio relativo a que se es
inocente hasta que se demuestre lo contrario, es universal. Muy discutible por
estas latitudes donde lo común es ser presunto culpable. Sus declaraciones le
pueden resultar un tiro por la culata. Es conocido que el Presidente Evo guarda rencores y ocultarlo, no es precisamente
un rasgo de su personalidad.
Ha quedado claro que no sólo los gringos tienen debilidad por las
estrellas. Cuando Penn vino a Bolivia, fue recibido con bombos, platillos y
poncho rojo y se llevó bajo el brazo un exótico nombramiento de Embajador. En
reciprocidad, creyó que la situación legal de su compatriota sería revisada.
Queda demostrado que no importa cuántos Óscares se puedan ganar ni qué tan
taquillero se pueda ser. Para conocer a fondo la idiosincrasia plurinacional
boliviana, hace falta realizar un profundo estudio antropológico que no se
consigue como libreto de película aunque es probable, que tenga una oda al
suspenso como final.
Si los embrollos, revoltijos e improvisaciones continúan dando pie a
panoramas como el actual, se trata nomás de promiscuidad, en el mal sentido de
la palabra.
Karen Arauz
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