Desde que, con un pie en el avión, con destino a Venezuela, asumió la responsabilidad de que se actúe en el Hotel Las Américas, hecho que terminó con la vida de Rozsa y sus compañeros y que además se llevó de paso el coraje de la dirigencia cruceña, ninguna otra acción o medida importante en este país ha contado con la presencia del presidente Morales en el suelo patrio.
Ya pasaron Caranavi y otras (con muertos incluidos) en ausencia del responsable de todo (el Presidente); ahora llegó el gasolinazo que tiene argumentos absurdos, como aquellos de que era momento de castigar a los “ricos que tienen hasta 5 movilidades” como si a los ricos con ese número de vehículos les afectara el precio del combustible más de lo que le afecta al ciudadano de a pie, o aquellas otras excusas de que no podemos subvencionar a los vecinos a los que beneficia el contrabando, cuando no se sabe que se haya cambiado a las cúpulas militar y aduanera que son los que fracasaron en el control de las fronteras; en fin, argumentos va a haber por montones, excusas y coca, no faltan en el país.
La realidad es que el gasolinazo es simplemente la consecuencia de mantener políticas públicas equivocadas, como el subsidio político y electoralizado que le significó al país más de 1500 millones de dólares que pudieron ser bajados a un tercio si se asumía la responsabilidad administrativa de ir nivelando el precio del carburante importado en función de las exigencias de una realidad económica.
Esto no tiene que ver con el gonismo ni con el fondomenetarismo u otros “ismos” sino con algo de lo que carece por completo el presidente viajero; esto tiene que ver con responsabilidad y coherencia, atributos que desconoce por completo el Presidente quien cree que puede manejar las cuentas fiscales como si fueran suyas y que piensa seguir repartiendo el “ahorro” a su cuenta y nombre, como lo hizo tras de su retorno de Venezuela, cuando repartió cheques en Palacio de Gobierno.
Nivelar el precio de los carburantes es una medida que se tenía que dar; si se la hacía como correspondía no hubiera sido “criminal”, sino parte de una acción de gobernancia; lamentablemente las cosas tuvieron que llegar a ese extremo y ahora todo se dispara para arriba y el fantasma de la UDP vuelve a aparecer sobre todo en las calles de La Paz que es en el único lugar que asusta al gobierno y la gente duerme en las calles para conseguir una “librita” de azúcar que no llega hasta ahora porque seguramente no hay plata para su importación.
Mal el Presidente; creyó que estar afuera le iba a permitir capear la consecuencia de su irresponsabilidad acumulada; no lo logró. De aquí en adelante, hay que pedirle a don Evo que viaje menos, que amarre su avión, que consume muchísima gasolina y que asuma en persona las medidas que se vienen y que se dedique a gobernar, que es lo menos que ha hecho en estos 5 años.
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