Del Cambio a MAS Violencia
Hacer un repaso de la historia del masismo es bastante simple. Se juntaron unos cuantos izquierdistas, más unos cuantos emenerristas despechados por el desamor de Goni, más algunos otros de partidos de toda clase, y como no tenían sigla, la compraron a uno que estaba a punto de perderla. Así nomás llegaron.
Sin embargo, para que llegaran tuvo que haber un gran esfuerzo económico, mediático, y callejero que duró 25 años. Desde el comienzo de sus bloqueos, Evo Morales fue ganando adeptos gracias a su innegable capacidad de cambio. Creo que por eso su gobierno se llamó "del cambio". El cambiaba rápidamente su discurso. Por eso también se adaptó rápidamente al discurso de García Linera, quien estaba de estrella en el programa televisivo “El Pentágono”, que lo catapultó a la vicepresidencia.
En realidad la personalidad de Evo fue moldeándose de acuerdo a su extenso entrenamiento en el exterior, del que sabemos por publicaciones mediáticas, gracias a las miles de entrevistas que los medios le hacían (hoy poco recordadas y menos agradecidas), como portavoz de una parte de la muy fraccionada izquierda nacional y gracias también a que muchas ONGs se interesaron por él justo a la mitad de su carrera política de violencia callejera y bloqueo permanente a todos los gobiernos, fueran del color que fueran.
Evo tildaba a todos los gobernantes de ladrones, de vende patrias, de neoliberales, de corruptos, etc, etc, etc, una serie de epítetos que hacía que sus adeptos escribieran en los muros y en las plazas. Personalmente, no sé quien pagaba por estos actos callejeros violentos a los que nos acostumbró, por las dinamitas eternamente presentes, por los innumerables días de perjuicio a nuestro trabajo diario, por la incesante bulla callejera por todo y por nada, porque era imposible consensuar nada con la izquierda nacional.
Evo fue, por 25 años, parte de la peor oposición que ha vivido el país. Una oposición ciega, que no reconocía ningún avance, que nunca admitió algo bueno de ningún gobernante, ni siquiera de la UDP y mucho menos de los que gobernaron a partir de 1985. Una oposición recalcitrante, llena de odio, que nos llevó a extremos inimaginables para nosotros hasta entonces.
Recuerdo que en una intervención de los hermanos mineros en La Paz, cuando recién empezaba la moda de hacer estallar cachorros de dinamita, yo estaba en la fase inicial de un embarazo. Me asusté tanto, no me dejaron pasar, me preguntaron porque quería romper sus filas y yo atiné sólo a decir que quería irme a casa. Pero ellos no entendieron. Seguían pasando y me envolvían en su espiral de violencia. En un momento dado comencé a correr hacia la Mariscal Santa Cruz, esperanzada en encontrar el inicio de la marcha. Fue inútil. Lo que encontré fue la fila interminable de mineros que llegando a la COMIBOL se dieron la vuelta para apedrearla… y me apedrearon a mi también. Me desmayé. Alguien me levantó y me llevaron a un lado. Estaba histérica. Terminé en el hospital y perdí a mi bebé con mucho dolor. La prensa no lo supo. Evo tampoco. Nadie de la oposición, ni del oficialismo lo supo. Solo yo. Entonces decidí que también era hora de irme de La Paz. Tuve que esperar unos seis años más antes de reunir dinero para irme, pero lo hice. Hace 13 años que no vivo allá, pero la violencia callejera no es menos, sino MAS cada día.
Ahora incluso se han puesto a pelear gente contra gente, ya no gente contra policías. Ahora es normal escuchar cachorros de dinamita por todo y por nada. Tal vez las jóvenes embarazadas ya no se asustan como yo, porque la población ha elevado el nivel de violencia socialmente aceptada. Gracias al MAS hay MAS violencia callejera. Recién ahora, que no tengo bebés para criar, puedo elevar mi voz y contar mis historias, porque no es justo que las mujeres suframos la violencia callejera en La Paz. Tampoco es justo que la violencia se expanda a otros departamentos.
Es hora del recambio. Cualquier bachiller inteligente y de sano corazón nos puede llevar a mejor puerto que la violencia generada por Evo y toda la izquierda que se le ha unido como sanguijuelas que no se cansan de vivir de nuestra plata.
Cada que pagamos un micro, pagamos un sueldo masista, recuérdenlo. Cada que nos topamos con una marcha o un bloqueo, somos víctimas del ansia de poder del MAS, acéptenlo. Nosotros hemos permitido esto, pero ya no MAS. Los bolivianos que no tenemos partido, que NO hemos “trabajado” en campañas para conseguir pegas, somos los que pagamos con nuestras vidas y con las vidas de nuestros hijos, las ansias de poder de nuestros políticos. Por eso, ya no importa quién vendrá después, sino que ya no haya MAS violencia, MAS bloqueos, MAS alza de precios, MAS pérdida de vidas que no le importan al MAS.
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