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viernes, 28 de agosto de 2009

bien documentado Emilio está a punto de encontrar la ligazón entre Gobierno de Evo y los crímenes de S.C. confirma nuestro análisis. la sangre caerá!


Por EMILIO MARTÍNEZ CARDONA* en correodebuenosaires.com.ar

Poco a poco, el caso de presunto “terrorismo” con el cual el gobierno de Evo Morales pretendió implicar a sus opositores de Santa Cruz, parece convertirse en un boomerang capaz de golpear a funcionarios de su propia administración.

Varios indicios permiten suponer que integrantes del gobierno de Evo Morales habrían tenido estrechos vínculos con Eduardo Rozsa, el boliviano-húngaro-croata abatido en el operativo policial del 16 de abril pasado, a quien se sindica como líder del supuesto grupo irregular.

1. Testigo clave implica a funcionarios de Gobierno

El pasado 7 de julio, el diputado opositor Wilfredo Añez dio a conocer a la prensa una serie de grabaciones de audio en las que Ignacio Villa Vargas, alias “El Viejo”, presentado por el gobierno de Evo Morales como el “testigo clave” en el caso Rozsa, revelaba el montaje realizado por el fiscal Soza.

Añez explicó que entre el 17 de junio y el 2 de julio del 2009, recibió en varias oportunidades las llamadas telefónicas de Villa Vargas para pedirle garantías y resguardo policial para su familia. Ambos son oriundos de la localidad de Cotoca, razón por la cual Villa Vargas habría acudido al parlamentario en busca de seguridad.

Desde su exilio en el norte argentino, “El Viejo” confesó que su testimonio fue escrito por funcionarios de la Fiscalía y que se lo habrían obligado a suscribir bajo tortura.

En las grabaciones de estas conversaciones telefónicas, Ignacio Villa Vargas también reveló que fueron funcionarios del Gobierno quienes trajeron a Rozsa a Bolivia con la intención de desarticular a la oposicióny que Luis Clavijo (ex Director de Régimen Interior del Ministerio de Gobierno) era quien coordinaba las actividades.

“El Viejo” agregó que el vicepresidente Álvaro García Linera sabía todo y que operaba a través de su hermano Raúl, quien le habría pagado la suma de 75.000 dólares al ahora detenido Mario Tadic. Además, señaló que el fiscal Soza recibe órdenes directamente de García Linera.

2. “A Rozsa lo trajo la embajada de Venezuela”

Otra interesante revelación fue realizada por el diputado Pablo Banegas, integrante de la Comisión Investigadora Multipartidaria, en el programa de TV “Sin letra chica”, conducido por Carlos Valverde.

Allí Banegas cuestionó la seriedad de una lista de pasajes aéreos exhibida por el diputado oficialista César Navarro, con boletos emitidos a nombre de Jorge Hurtado, alias utilizado por el abatido Eduardo Rozsa.

Con esa lista, que incluía decenas de pasajes, Navarro pretendió implicar a varias instituciones yempresas de Santa Cruz en el presunto financiamiento a las actividades del grupo Rozsa. Sin embargo, tras la revisión que Banegas hizo de la lista se evidenció que la misma estaba compuesta por varios homónimos y que los boletos no correspondían a una sola persona.

César Navarro afirmó que la Prefectura (gobernación) de Santa Cruz le había pagado el pasaje a “Jorge Hurtado” para que viajara en septiembre del 2008 al norteño departamento de Pando, pero la persona resultó ser el campeón de ajedrez Jorge Javier Hurtado Vargas, a quien el Servicio Departamental de Deportes, dependiente de la Prefectura cruceña, costeó el transporte para que participara en un torneo del juego-ciencia.

Todo podría haber quedado como otra metida de pata mayúscula, de no ser por un giro inesperad la lista incluía un pasaje aéreo a nombre de Jorge Hurtado pagado por la embajada de Venezuela en Bolivia.

El diputado Pablo Banegas reveló que esa legación diplomática pagó por medio de la agencia de viajes Tropical Tours, en mayo de 2007, un pasaje de ida y vuelta a nombre de Jorge Hurtado en la ruta La Paz-Cochabamba. “Desafío al gobierno y a la embajada de Venezuela que digan quién es ese Jorge Hurtado, que lo muestren en carne y hueso”, dijo el parlamentario.

El tema fue recogido y ampliamente comentado por el periodista Carlos Valverde en ediciones posteriores de su programa. Ante el silencio del gobierno y de la embajada de Venezuela, que no explicaron quién era el Jorge Hurtado en cuestión, el presentador se despachó contra el ministro Alfredo Rada en su estilo característic

“Le vuelvo a exigir, ministro, ¿a quién pagó el pasaje la embajada de Venezuela? So pendejo, dígame, ¿a quién pagó el pasaje? ¿Tiene usted el coraje de ir a preguntarle a la embajada de Venezuela quién es el Jorge Hurtado éste? No tuvo el coraje de ir a preguntar, no pudieron ni armar una mentira siquiera. (…) Probablemente, el propio gobierno nacional lo haya traído a Eduardo Rozsa, para que por supuesto embauque a más de un imbécil en Santa Cruz que se pudo haber metido en esta aventura. (…) Si Rozsa era separatista, usted sabrá para qué lo trajeron… Pero mientras no nos digan, para mí a Rozsa lo trajeron ustedes, lo trajo la embajada venezolana”.

3. El “narcoperiodista” Julio César Alonso

Tras el derrumbe de las acusaciones contra opositores realizadas en base al testimonio forzado de Ignacio Villa Vargas y de la paralización judicial de las acciones del fiscal Soza, el caso pareció empantanarse para el gobierno de Evo Morales, quien posiblemente necesita su reactivación en plena campaña electoral, como instrumento de presión y estigmatización contra sus críticos y contendores.

Es el momento en que hizo su entrada en escena el “periodista” español Julio César Alonso, quien llegó a Bolivia a mediados de julio y fue ampliamente entrevistado por los diversos medios de comunicación estatales. Alonso se presentó como un curtido “corresponsal de guerra” que habría conocido a Eduardo Rozsa en los Balcanes, a quien supuestamente investigó durante varios años siguiéndole la pista a través de distintos países.

Este Indiana Jones del “socialismo del siglo XXI” también mostró en las entrevistas sus dotes de futurólogo, al afirmar que con la muerte de Rozsa “Bolivia se salvó de tener 35.000 muertos” en una supuesta guerra civil.

A través de declaraciones contradictorias, en las que fluctuaba entre sindicar a Eduardo Rozsa como autor de numerosos conflictos (Yugoslavia, Congo, Sudán) y minimizarlo como un simple mitómano, Julio César Alonso se encargó de darle algo de oxígeno a los tópicos de la versión oficial sobre el caso.

Una investigación en Internet realizada para el presente artículo arrojó como resultado la inexistencia de entradas en Google a nombre del supuesto periodista español, previas a su llegada a Bolivia. Algo difícil de explicar si diéramos crédito a sus declaraciones: ni crónicas escritas por él desde los frentes de batalla, ni notas que comentaran ni un ápice de su azarosa experiencia. Nada.

La verdad salió a la luz cuando el diputado Ernesto Justiniano reprodujo en su página web un artículo del diario El Mundo de Madrid, donde se daba cuenta que Julio César Alonso había estado preso en la cárcel de Carabanchel por traficar cocaína desde Buenos Aires.

En su edición del 28 de noviembre de 1997, el periódico madrileño incluyó una nota titulada “El infierno del alma”, donde Soledad Mayoral entrevistaba a Julio César Alonso en el penal de Carabanchel. Allí el supuesto periodista trataba de justificar su situación, alegando que “Me propusieron hacer un reportaje de la mafia policial bonaerense. La aventura terminó con la vida de mi compañero, que apareció muerto, y yo me encontré con siete kilos de cocaína en la maleta”. Sin embargo, la juez no creyó su versión de los hechos y lo condenó a prisión.

Tras conocerse esta información, el parlamentario Pablo Banegas viajó a Buenos Aires para entrevistarse con autoridades de la Policía Federal, quienes le informaron que Alonso ingresó en cuatro oportunidades a territorio argentino, en calidad de turista y nunca como periodista, y que era falso que su intención fuese realizar una investigación en ese país. Las autoridades policiales recordaron que Julio César Alonso fue detenido en el aeropuerto de Madrid procedente de Argentina, llevando droga en su equipaje.

“En Buenos Aires nadie conoce a Alonso como periodista ni como documentalista. Lo conocen como traficante vinculado con cárteles europeos, pues no hizo ninguna publicación y tampoco ninguna investigación y todo lo que dijo en Bolivia es falso”, indicó el diputado Banegas.

Por su parte, el prefecto de Santa Cruz, Rubén Costas, aludió al Gobierno diciendo que “Quisieron levantar el caso con un convicto por narcotráfico”.

Al escándalo producido por la revelación del verdadero curriculum del “periodista” español se sumó otro, cuando el presentador de TV John Arandia mostró en el programa “Que no me pierda”, una carta que Alonso le habría enviado a la embajada de Bolivia en España, ofreciéndose para ser contratado y venir al país a realizar declaraciones sobre el caso Rozsa.

Julio César Alonso negó que el gobierno de Evo Morales le hubiera pagado el pasaje de España a Bolivia, pero admitió que al enterarse que Eduardo Rozsa estaba en el país decidió tomar contacto con la embajada boliviana y vender un reportaje a una cadena televisiva española.

Al mismo tiempo, acusó a John Arandia de robarle información privada de su flash memory cuando fue invitado a su programa televisivo, admitiendo de esta manera la veracidad de la carta.

En su nota “El truco del español salió de Palacio”, la analista Centa Reck reveló que el contacto inicial con Julio César Alonso habría sido hecho por el ministro de la presidencia, Juan Ramón Quintana:

“Imaginación no le falta a Alonso y ésta se acrecienta cuando recibe algún tipo de incentivo que ciertamente es mucho más que moral. Este incentivo le fue dado por el ministro Quintana en ocasión de una visita que efectuó en marzo de este año a España y durante la cual fue contactado por miembros de un periódico español cuyas simpatías por el régimen de Evo Morales son inocultables. Este diario le facilitó un encuentro con Alonso (….) Quintana encargó personalmente a la embajadora de Bolivia en España, Carmen Almendras, para que se haga cargo del viaje de Alonso y más que todo, para que este aparezca como producto de la sana intención de un ‘periodista’ para evitar que Bolivia sea afectada por una guerra civil similar a la que sacudió a los Balcanes en la década de los 90”.

Lo más interesante de esta información es que, de comprobarse, la ligazón entre Alonso y el gobierno y la decisión de traerlo a Bolivia habrían nacido en marzo, es decir, un mes antes de las muertes del Hotel Las Américas.

Finalmente, Alonso abandonó Bolivia dejando declaraciones de gran virulencia contra quienes se atrevieron a cuestionarlo. Llamó “chillones” a los periodistas de televisión, “histéricas” a las reporteras que lo interrogaban en el Parlamento y en la Fiscalía, “picapleitos baratos” a los abogados de los acusados en el caso Rozsa, “periodicuchos” a los diarios que publicaron la noticia sobre su pasado de narcotraficante y “enano mental” al diputado Ernesto Justiniano, al que amenazó con hacer “callar para siempre”.

Si el propósito oficialista era reflotar el empantanado caso Rozsa con las declaraciones del supuesto periodista español, el operativo Alonso terminó mal.

4. Terrorista peruano construye el discurso “antiterrorista”

Un artículo del Servicio Informativo Datos & Análisis, vinculado al Movimiento al Socialismo y a publicaciones electrónicas como Kaos en la Red y Bolpress, dio cuenta el pasado 31 de julio de la participación de Wálter Chávez en la construcción de la versión oficial sobre el caso Rozsa.

Se trata de un ex asesor presidencial de origen peruano, sindicado por la justicia del vecino país como un “convicto por terrorismo”, a quien se liga con el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA). Según se conoce, Wálter Chávez tuvo un importante papel en la campaña electoral de Evo Morales del 2005, y aunque las denuncias de la oposición lograron su alejamiento nominal del poder, es sabido que continúa siendo uno de los pilares fundamentales del entramado gubernamental en lo que respecta a estrategias comunicacionales: y quizás algo más.

Durante la reunión del Gabinete llevada a cabo en la localidad de Huajchilla a fines de julio, las cámaras de televisión lo mostraron compartiendo espacios con ministros y viceministros, confirmando su permanencia en los círculos íntimos de la nomenklatura del MAS.

La mencionada nota del boletín oficialista, firmada por Wilson García Mérida, señala que “Walter ingresa regularmente al Palacio para reunirse con Evo Morales, Álvaro García Linera o Juan Ramón Quintana, coordinando una serie de trabajos investigativos como aquel que, por ejemplo, viene realizando junto con el Servicio Informativo Datos & Análisis en relación al caso Rozsa”.

Por lo tanto, uno de los principales encargados de dar forma al discurso del gobierno que acusa a sus opositores de Santa Cruz de “terroristas” sería exactamente eso.

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