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martes, 29 de abril de 2008

mario rueda peña que posée gran lucidez mental orienta desde siempre la vida pública boliviana. hoy se actualiza así:

En niveles ejecutivos y de asesoramiento de la OEA predomina hoy más el cotilleo de tono alarmista que el análisis idóneo y la investigación seria respecto al caso boliviano. Tanto Insulza como Caputo sugieren que la cuestión autonómica podría derivar entre nosotros a ruptura de la unidad territorial en medio de una guerra civil que pondría en ascuas la paz y seguridad continentales. Apoyados en estos argumentos, lograron que el Consejo Permanente de la institución, en su reunión del 27 de mayo emplazara al Consejo Democrático de Bolivia a sentarse en la mesa de negociaciones con el gobierno de Morales, señalando como fecha para el diálogo el jueves de la presente semana. ¿En qué se basan los ex Cancilleres de Chile y Argentina para coincidir en semejante afirmación? ¿Simplemente en datos de los gobiernos de Bolivia y Venezuela, que todo el tiempo ven fantasmas subversivos en la sopa, con cara , tongo y levita de Tío Sam? ¿Terminaron poseídos de la misma paranoia que desde hace tiempo ya padece el neo populismo en ambos países? Insulza y Caputo demuestran total desconocimiento de la naturaleza real de la crisis política que vive el país. Carecen de la más elemental información sobre la existencia o no de factores objetivos y subjetivos para que la confrontación entre el gobierno y la oposición cívico-regional pase de la retórica a los tiros y a la balcanización. Santa Cruz, igual que las demás regiones de la denominada "Media Luna" no quieren "independizarse" de Bolivia. Aún cuando lo quisiesen no podrían lograrlo. Carecen de una base militar de lanzamiento hacia destino tan imposible. ¿Intervención militar del imperio del norte? ¿Por dónde? Bolivia no es una isla, sino país mediterráneo, ubicado al centro de Sudamérica, sin costas para el desembarque directo de tropas del Tìo Sam. Tampoco es Irak, por lo que no se la podría convertir en blanco de tiroteo inmisericorde y a larga distancia de misiles devastadores y teledirigidos. No existirían razones para ello. Los de la Casa Blanca de Washington tendrían que estar locos de remate para hacer semejante cosa. Ignoran, por otro lado, los de la cúpula de la OEA que, en Bolivia, el gobierno enterró hace rato la legalidad. Pisoteó cuantas veces pudo la Carta Magna y la ley de convocatoria a la Constituyente. Acabó con el principio de independencia y de los poderes públicos. Puso al revés la pirámide jurídica de Kelsen, abrogando leyes con meros decretos supremos, como el del recorte de los recursos del IDH a las regiones, por solo citar un caso. Ahora, de lo que se trata, es de volver a la legalidad plena a través de la legitimidad. Es decir del voto mayoritario y definitorio del pueblo en las urnas, sobre el modelo de organización territorial, política y administrativo a regir en el país. Poder central y autonomías regionales. Todo, en el marco de la unidad nacional. El primero, con lo suyo (relaciones internacionales, defensa, seguridad pública, etc.) y las segundas atendiendo sus propios asuntos. Después del referendo del 4 de mayo y de los que le sucedan en el futuro inmediato, diálogo con el gobierno para conciliar criterios a fin de superar la crisis, pero sin desconocer el voto del pueblo en las urnas.

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