Lo que se debe pedir al Presidente es que resuelva los grandes problemas nacionales
Si la oposición tiene algo de lucidez, en vez de pedir el acortamiento del mandato del Presidente debe exigir que se organice armónica y equilibradamente el país, que se acelere el desarrollo económico, y que se ofrezca a la gente las condiciones necesarias para trabajar honestamente, para estudiar con rigor científico y para vivir sin miedo ni restricciones artificiales.
Si los múltiples problemas del país fueran resueltos cambiando presidentes de acuerdo con las ideas, los sentimientos y los intereses de los diferentes grupos sociales; seguramente, tal práctica ya hubiera sido consagrada como norma fundamental del Estado. Pero, no es así, la titularidad de los cargos públicos depende de normas estables, así como de la capacidad y derechos de quiénes encarnan esas situaciones. Algo importante, en los estados modernos, es la estabilidad y permanencia de las instituciones.En relación con la problemática del momento, el debate debe ser, en lo posible, despersonalizado. Lo que tenemos que discutir son los problemas, ciertamente grandes y delicados que tenemos, con serenidad, cuidado y profundidad. Improvisaciones, medias verdades, exageraciones instintivas son parte del proceso descontrolado que no resuelve nada; al contrario, agrava los conflictos, da lugar a disfuncionalidades imprevistas de naturaleza exclusivamente formal y operativa. Así, llega un momento en que la conducta de las personas adquiere más importancia que los asuntos en juego, se pierde la perspectiva y se incurre en desorientaciones peligrosas.Lo que al Presidente de la República debemos pedirle, en proyección positiva, es que dé curso al diálogo para evitar que la brecha que separa a su Gobierno de los departamentos de la media luna, se profundice y se convierta en causa de un enfrentamiento inútil. La obligación de un proyecto nacional que englobe las aspiraciones autonomistas de todos los departamentos, corresponde a quiénes ocupan los niveles de decisión nacional. Ya hemos dicho, varias veces, que hacer de este tema eminentemente reformista un asunto total y decontroladamente político, es un error.Otro planteamiento al Jefe de Estado puede referirse a la necesidad de administrar con más cuidado la economía. Por fallas administrativas se está desperdiciando excelentes recursos productivos, y estamos a punto de convertir una etapa próspera en un momento restrictivo para las grandes mayorías. Sólo ahora y aquí se da la paradoja que a mayor cantidad de dinero corresponde mayor pobreza de millones de seres humanos, debemos dirigir nuestra atención a lo esencial, y no perder el tiempo en exigencias fuera de lugar.
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