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martes, 19 de abril de 2011

La Nación se refiere al documento emitido por la OEA que bordea la situación de la libertad de prensa en la región violada por el régimen gobernante


La Organización de Estados Americanos (OEA) acaba de producir su informe anual sobre la situación de la libertad de prensa en la región y, como cabía esperar ante la gravedad de lo que sucede en la Argentina, contiene un capítulo sumamente riguroso y detallado sobre nuestro país.
Con la firma de la relatora especial, Catalina Botero, el informe destaca los principales ataques a los medios y a los periodistas, acumulados en el transcurso de 2010. Incluye muchos casos individuales, que aparecen debidamente pormenorizados, como la aparición de carteles anónimos con mensajes insultantes y estigmatizadores contra periodistas que trabajan en el grupo Clarín.
También destaca el muy desafortunado incidente derivado de la frase pronunciada por el ministro de Economía, Amado Boudou, el 8 de octubre del año pasado, cuando audazmente afirmó en Washington, ante periodistas allí acreditados, que dos periodistas de los diarios La Nacion y Clarín "eran como los que ayudaron a las nazis a limpiar las cámaras de gas".
Al describir el "clima de confrontación extrema" que existe en la Argentina contra los medios, el texto de la OEA señala que las constantes y difamatorias menciones a los periodistas impiden la deliberación razonable y pluralista de los asuntos políticos. Puntualiza, además, que debe ser "labor del Estado contribuir a generar un clima de mayor tolerancia y respeto por las ideas de terceros, inclusive cuando esas ideas resulten ofensivas o causen disgustos". Y agrega, con total justeza, que "el Estado debe siempre abstenerse de utilizar alguna de sus competencias para recompensar a los medios que le son favorables y castigar a aquellos que disienten del gobierno o critican sus acciones". La alusión tiene obviamente que ver con los abusos constantes del poder de policía administrativo por parte del gobierno nacional para perseguir a los medios independientes y con la distribución selectiva, torcida y amañada de la publicidad oficial.
El informe señala, asimismo, que la OEA está siguiendo bien de cerca todo lo que sucede en los juicios en curso contra los directores de La Nacion y Clarín en relación con la compra del paquete accionario de Papel Prensa SA. También sigue de cerca las acciones que apuntan a Fibertel, empresa de propiedad del grupo Clarín. Al respecto, la relatora Botero destaca que, debido a la notable importancia para el ejercicio de la libertad de expresión que tienen esos asuntos, espera que sean resueltos de acuerdo con los estándares internacionales.
Para que nadie se confunda, señala Botero que en la cuestión del papel de diario es de aplicación el artículo 13 de la Convención Americana, que establece que "el derecho a la libertad de expresión no puede ser restringido mediante métodos o procedimientos indirectos, tales como el abuso de los controles gubernamentales a los privados respecto del papel de diario, las frecuencias radiales o los equipos utilizados en la diseminación de la información o por algún otro medio tendiente a impedir la comunicación y circulación de las ideas y opiniones". La cita es una bienvenida y valiente advertencia, que no puede ser ignorada.
Queda ahora en total evidencia que la constante persecución a la prensa independiente que desde hace rato lleva a cabo el Gobierno no ha pasado inadvertida para el organismo regional especializado, que toma debida nota de ella y la denuncia sin titubeos en su reciente informe. Cumple así con la delicada misión que le ha sido encomendada.
La conducta reiterada del Gobierno es, precisamente, la que ha dado lugar a estas desusadas puntualizaciones y advertencias en defensa de la libertad de opinión, la libertad de difusión de las ideas y la información y la libertad de prensa que las autoridades del Poder Ejecutivo, con inusual descaro, han venido conculcando a lo largo del año pasado, sin que esa conducta haya sido rectificada.
Por el contrario. Las presiones y ataques contra la prensa libre e independiente han continuado en lo que va del año en curso, aunque quizá con algún mayor disimulo por parte de alguno de sus protagonistas. La historia está siendo escrita sin disimular lo inaceptable.

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