En recientes días ha trascendido el aparente interés de Venezuela por participar en los dos nuevos emprendimientos mineros de mayor relevancia – después de San Cristóbal – de Bolivia en los últimos años: el hierro del Mutún y el litio del Salar de Uyuni.
Respecto al hierro, el artículo de un conocido crítico del gobierno da a entender que, luego de la confesión de uno de los ministros que participaron directamente a nombre del Estado Boliviano en la licitación que otorgó a la Empresa Jindal de la India los derechos de explotación de uno de los reservorios de hierro más grandes de la tierra y la reciente llegada a Bolivia del presidente Hugo Chávez de Venezuela, habría empezado a asomarse – cada vez con mayor fuerza – la posibilidad de que la Empresa Siderúrgica de Venezuela no sólo participe en el negocio del “otro 50%” del Mutún sino que incluso llegue a sustituir a la empresa india, haciéndose, en consecuencia, con el control de la totalidad del yacimiento.
La revelación del ministro en cuestión es que en su opinión “el gobierno se equivocó al elegir a Jindal”. Al parecer, al dignatario de Estado no le preocupa que de comprobarse aquello, según el ordenamiento jurídico vigente, podrían generarse algunas responsabilidades (al menos ejecutivas) para quienes fueron parte de una mala decisión, aunque está claro también que el mantener un contrato lesivo a los intereses nacionales podría responsabilizar a los anteriores y actuales ejecutivos de la Empresa Siderúrgica del Mutún, así como al actual ministro del área y sus antecesores. Pero, dejemos este asunto a los órganos competentes para que actúen como corresponda.
Por lo pronto, sería bueno indagar las razones por las cuales Venezuela podría mirar con expectativa la opción del Mutún. Para ello, resulta interesante analizar la información obtenida del Instituto Latinoamericano del Fierro y el Acero (ILAFA) y referida en general al año 2010. Según esos datos, Venezuela viene a ser el segundo productor y exportador de mineral de hierro (después de Brasil), el segundo productor de hierro esponja (después de México), el cuarto productor de acero crudo y plano (después de Brasil, México y Argentina), el quinto productor de acero laminado terminado (después de Brasil, México, Argentina y Colombia) y el sexto productor de acero largo (después de Brasil, México, Argentina, Colombia y Perú) de América Latina. Queda claro, entonces, que Venezuela es principalmente un productor de materia prima (hierro) y no de bienes industriales intermedios (diferentes tipos de acero). Si bien en efecto produce acero, no es ninguna potencia siderúrgica ni mucho menos; según Worldsteel-ILAFA, en 2009 Venezuela ocupó el lugar No. 32 en el ranking de producción de acero crudo a nivel mundial.
Por tanto, el acceso de Venezuela al Mutún podría tratarse solamente de una estrategia más para controlar uno de los yacimientos de hierro y manganeso más grandes de la tierra y no implicaría necesariamente garantía alguna de una industrialización efectiva de tales recursos naturales estratégicos para Bolivia. Por cierto, el pueblo boliviano debe saber que de un tiempo a esta parte el manganeso – que casi no se consideró en la negociación con la Jindal – se ha convertido en uno de los minerales más requeridos para la fabricación de cátodos de baterías de iones de litio que han empezado a activar los primeros vehículos eléctricos en el mundo.
De otro lado, se ha podido evidenciar que en 2010 el consumo aparente de productos de acero laminado en Venezuela, que podría ser una medida del grado de industrialización metal-mecánica y automotriz en el país, es uno de los más bajos – ocupa el puesto No. 7 del grupo de 10 países que producen acero en Latinoamérica. Es más, los procesos de nacionalización de la industria siderúrgica venezolana iniciados en abril de 2008 parecen haber afectado de manera significativa la producción tanto de mineral de hierro como de acero. Así, por ejemplo, entre 2008 y 2009, la producción de mineral de hierro cayó en un 31%, mientras que, entre 2009 y 2010, la producción de acero crudo se desplomó en un 56%. En este marco, convendría preguntarse si el principal aliado estratégico-político del actual gobierno sería en verdad un socio adecuado a los intereses del Estado Plurinacional de Bolivia en el negocio particular del Mutún.
En relación con el litio, las noticias giran en torno a un reciente reportaje en La Razón que registra las declaraciones del viceministro de Relaciones Económicas y Comercio Exterior, Pablo Guzmán, quien habría expresado que de todas las naciones que remitieron sus propuestas para industrializar el litio, “Venezuela es la ´única´ que tiene una propuesta seria”. Dijo además que para arrancar con el proyecto, ambos países han decidido “crear una agencia encargada de investigar y explorar todas las posibilidades que tiene el país para industrializar este mineral no metálico”. Sostuvo también que han recibido muchas propuestas que agradecen y las están considerando, “pero con Venezuela hay la posibilidad de dar un paso más, un salto tecnológico para que Bolivia pueda constituirse en un importante centro productor de baterías y pilas de litio”.
Por tratarse de un tema de tanta importancia para el país, no es posible dejar pasar por alto semejantes opiniones que al parecer sólo tienen el objetivo de dar la impresión – en el mejor de los casos – de que se tiene total control de la situación. Independientemente de si esta sea o no la decisión final del gobierno nacional, me asiste el derecho a disentir de todas y cada una de las citadas expresiones que sólo reflejan un total desapego de la realidad y un despliegue inútil de argumentos carentes de fundamento técnico. Desmenucemos entonces los diferentes puntos vertidos por el funcionario de la Cancillería.
En primer lugar, sería bueno saber qué significa “una propuesta seria” para el mencionado viceministro. ¿Será que el simple hecho de que provenga de Venezuela, el aliado estratégico-político más importante del gobierno, es suficiente para que se convierta en seria? ¿Será serio indicar que se está dispuesto a apoyar la fabricación de pilas y baterías de litio en Bolivia ofreciendo todos los petrodólares necesarios sin tener ni el conocimiento ni la experiencia y menos la tecnología para llevar adelante tal emprendimiento? ¿Cómo se anima la autoridad en cuestión a declarar que esta es la única propuesta seria jamás presentada si ni siquiera él mismo la conoce porque probablemente no existe? Creo que ya es hora de que se imponga un poco de seriedad en el asunto empezando, por ejemplo, por dar a conocer no solamente el texto completo del acuerdo recién firmado con Venezuela sino también las propuestas sobre el litio presentadas por las diferentes potencias extranjeras para que el pueblo boliviano tenga al menos alguna idea de lo que estamos hablando.
En segundo lugar, en una clara demostración de total desconocimiento del tema, el viceministro habla de la industrialización de un mineral no metálico. ¿A qué mineral se refiere? Para su información, el único mineral no-metálico relevante en el Salar de Uyuni es el cloro. Los demás minerales importantes son o “metálicos” (Litio, Magnesio, Sodio y Potasio) o “metaloides” (Boro). Otra cosa es que las potencias extranjeras nos hayan acostumbrado a producir los diferentes compuestos minerales para exportarlos como materias primas, haciéndonos creer que el litio siempre será vendido en el extranjero como carbonato de litio, es decir como un compuesto mineral en el cual prima un elemento no-metálico como es el carbono (81,2%) frente a un elemento metálico como es el litio (18,8%), descartando de plano la posibilidad de que algún día Bolivia pueda producir no solamente Litio, sino también Magnesio, Sodio y Potasio metálicos, o sea con un 99,9999% de contenido metálico. Curiosamente, como el funcionario no sospechaba de lo que estaba hablando, parece que tampoco estaba enterado de que dentro de la mal llamada “estrategia de industrialización” del litio se ha contemplado la producción de litio metálico.
En tercer lugar, quisiera preguntarle al viceministro de Relaciones Económicas y Comercio Exterior ¿en qué se basa para manifestar que sólo con Venezuela existe la posibilidad de que Bolivia dé un salto tecnológico para constituirse en un importante centro productor de baterías y pilas de litio, si todos sabemos que Venezuela no es precisamente el foco de la tecnología del planeta?
Conviene que sepa que no es así de fácil. Que lo que está en juego son los recursos naturales más estratégicos que el país ha podido tener a lo largo de toda su historia. En este contexto, el ciudadano boliviano de a pie necesita saber el por qué del reciente interés inusitado de Venezuela por participar en el negocio del litio. ¿Sospechará el funcionario que Venezuela es una potencia petrolera cuya economía está arraigada en la producción de ese recurso natural que en los próximos 20 años será sustituido – vaya ironía – precisamente por baterías de litio? ¿O es que todo esto es solamente parte de un complot de los países petroleros para postergar indefinidamente la puesta en marcha de un nuevo paradigma tecno-económico en el mundo con el litio y los demás recursos evaporíticos como su factor clave? En medio de la información en torno al virtual estancamiento del proyecto piloto del litio con millonarias pérdidas resultantes de una pobre gestión de sus actuales responsables, me pregunto si la arremetida venezolana no hará otra cosa que prolongar el actual naufragio del proyecto más importante y a la vez menos atendido por el gobierno nacional.
Con base en todo el análisis anterior, el pueblo boliviano debe preguntarse si podrá más la fuerza de la política del gobierno actual -aún por encima de los altos intereses económicos del Estado- para adoptar tales decisiones respecto al hierro y al litio. ¿O es que, por último, Venezuela decidió empezar a cobrar su factura por todos los favores brindados? Al respecto, vale la pena enfatizar que en ningún momento se consultó a la población en general si estaba de acuerdo en cambiar sus recursos naturales más valiosos (el hierro y el litio) por algunos cientos de millones de dólares destinados a un conjunto de proyectos intrascendentes que sólo distraen a las masas populares sin atender sus problemas de fondo, cuales son la pobreza extrema y el sempiterno subdesarrollo en que se encuentran.
*Analista de la economía del litio
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