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miércoles, 17 de noviembre de 2010

los militares están "con el que manda" incluso para reprimir ahora y antes, su lealtad es interesada gozan de prebendas. han sido ratificados, zas!

A nadie debería sorprenderle el pomposo gesto de genuflexión del comandante general del Ejército, Antonio Cueto, quien se declaró socialista, antiimperialista, anticapitalista y fiel seguidor del "proceso de cambio" que impulsa el Gobierno. El hombre acababa de ser ratificado de un plumazo por un año más en el cargo, junto con todo el Alto Mando Militar, hecho que significa no sólo doce meses más de sueldo asegurado, sino una cantidad enorme de dádivas y prebendas que este Gobierno les otorga a los jefes castrenses, de la misma forma que lo han hecho todas las administraciones de la era democrática. Cuando se trata del bolsillo y de la buena vida, los militares son más burgueses que cualquiera.
Tampoco es sorpresivo el supuesto acto de lealtad, porque los militares que hoy ocupan los principales cargos en las Fuerzas Armadas, pertenecen a la misma promoción del ex ministro de la Presidencia, ex capitán de Ejército y actual hombre fuerte de las fronteras, Juan Ramón Quintana, quien gracias a ese factor tiene el control pleno de las unidades militares, que básicamente están ejecutando planes digitados desde Venezuela y otros menesteres como la intervención en las minas de oro. Los amigos de Quintana fueron promovidos de forma irregular ya que la promoción de 1979, a la que le correspondía el ascenso, fue jubilada con anticipación. El favor fue doble, por lo tanto, la retribución tiene que estar a la misma altura.
La lealtad de los militares y la correspondiente retribución pecuniaria de los gobiernos de turno ha sido en los hechos un mal necesario, ya que en 28 años, la democracia boliviana aún no da señales de maduración y fortalecimiento por la vía de la institucionalidad y el respeto a las leyes. Lo lamentable es que ese proceso camina en forma involutiva, justamente durante el Gobierno de mayor legitimidad de estas tres décadas, lo que hace imprescindible el apuntalamiento de las Fuerzas Armadas ante posibles y bastante probables ya, amenazas de inestabilidad. En ese sentido, los militares siempre han estado al lado de los gobiernos constitucionales, en las buenas y en las malas, sobre todo, para reprimir y contener a las fuerzas sociales disconformes. Estuvieron con Goni, con Banzer, con Jaime Paz y con Carlos Mesa, aunque la lealtad se acabó cuando las cosas llegaron hasta cierto límite como sucedió en el 2003 y luego en el 2005.
La declaración de amor de algunos jefes militares no debe entenderse como una actitud del pleno de las Fuerzas Armadas. Recordemos que cuando el Gobierno impuso el dichoso saludo “Patria o muerte..”, el descontento en la tropa fue tal que al poco tiempo el grito de guerra guevarista había sido olvidado y hoy se lo expresa en muy raras ocasiones. Declararse socialistas y seguidoras de todos los lineamientos de este Gobierno es un hueso duro de roer para muchos militares de honor que saben de historia y que se consideran patriotas. Significaría tragarse las loas y homenajes al Che Guevara, por ejemplo, al que ellos siempre han considerado un invasor del territorio boliviano y por otro lado, mantener un silencio cómplice sobre la causa marítima, tal como lo está haciendo la diplomacia miope del oficialismo.

Los militares siempre han estado al lado de los gobiernos constitucionales, en las buenas y en las malas, sobre todo, para reprimir y contener a las fuerzas sociales disconformes.

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