Se rigen mediante el ejercicio democrático. En la elección de sus autoridades Administrativas y de Control, en la toma de decisiones, en la aceptación de unos estatutos básicos reconocidos por el Gobierno nacional, en la información periódica de actividades y resultados, en la recepción de aportaciones y políticas de reparto, en la discusión y aprobación de sus presupuestos, en la contratación del personal administración y la administración de los bienes comunes...
Bajo este marco, las coop. mineras no existen. Funcionan como "clubes de producción" y en lo operativo adquieren la forma de las minas estatizadas, con jefes o cabecillas que coordinan entre ellos, con patrones severos, que si bien atienden todas las peticiones de su personal en cuanto a vivenda, a comida, a ropa de trabajo, a préstamos familiares, etc., proceden siempre en función de lo que "el cooperativista aporte" que no es otra cosa que su trabajo y su lealtad con el cabecilla. Estos cabecillas, formados en la escuela sindical minera de la Federación de Mineros, son disciplinados para la producción que luego venden a los rescatistas. Tienen gran poder, y mucho dinero, fruto de los últimos años de producción, y su poder lo han ido extendiendo al campo político. A cambio de conseguir ventajas y granjerias ofrecieron su apoyo a Evo antes de subir al poder, ellos tumbaron a Goni, y se impusieron por encima de todo, al punto que Evo les premió con un ministerio, hasta tanto les resultó útil.
Sin embargo, con la experiencia de Huanuni, donde y debido a la excelente cotización de los minerales, los cooperativistas ganaron muchísimo dinero, tuvieron que avanzar sobre los sectores que excepcionalmente conservó COMIBOL en la misma zona. Entonces sucedió lo inevitable, que los coopes con tal de desalojar al sindicato, hicieron rodar llantas incendiarias y provocaron nada menos que 16 muertos...ahora bien en Colquiri, se repite la historia, con la diferencia que los sindicalistas con mayores en número y se apoderan de los parajes que Evo les había adjudicado a los copes.
Los copes se sorprenden y reclaman, fieles a su método de dinamita y estruendo, que desaloje Evo a los estatistas o sindicalistas, como Evo no lo hace, cansados de reclamar sin ser oídos se lanzar a La Paz, con la parafernalia acostumbrada...estruendo, dinamita, miedo.
Estamos entonces ante la repetición de Huanuni II, que pretende recuperar Colquiri, no toda la mina sino la beta Rosario, la meta "boyante" y el Gobierno que tuvo meses para construír si se quiere verdaderas cooperativas en beneficio de los mineros y sus familias, no lo hizo, porque al parecer nadie entiende de qué se trata y se fueron con todo al estatismo...y este caos es el resultado. De quién son los muertos y heridos, del Gobierno que no gobierna, que es caótico, oportunista y aprovechador...ahora se está chupando agua de su rio. M. Aira. editor.
OPINION: La posición intransigente de los mineros cooperativistas y de los asalariados que no están dispuestos a ceder una veta de estaño, zinc y plata, ha llegado a enfrentamientos violentos en la ciudad de La Paz, donde del clima de tensiones se ha pasado a una beligerancia con el saldo de un minero muerto y otros heridos, además del creciente temor e incertidumbre en la urbe paceña.
El problema nunca debía llegar a este punto porque plantea ya una situación que puede derivar en hechos mayores de enfrentamiento. Los mineros asalariados y cooperativistas se enfrentan por la explotación de la veta El Rosario de Colquiri, que comprende ganancias y beneficios millonarios. Se trata de una mina expropiada a la suiza Glencore y donde las faenas de explotación ya no demandan mucho esfuerzo, de acuerdo a expertos, lo que explicaría un motivo del enfrentamiento. Luego de la expropiación, el Gobierno realizó un reparto de sus vetas entre los sectores encontrados y que anteriormente se enfrentaron con el resultado de 20 heridos.
El problema parece haber ingresado a una situación complicada por las presiones y manifestaciones que se realizan desde hace días en la ciudad de La Paz. Los mineros asalariados de Colquiri que dependen de la Corporación Minera de Bolivia (Comibol) exigen el cumplimiento de un decreto supremo que dispone que esta empresa asuma control de la mina Colquiri. A su vez los cooperativistas piden el cumplimiento de otro decreto complementario que delimita las áreas de explotación del yacimiento de Colquiri y les otorga un 70 por ciento de la veta.
Las posiciones que se traducen en que ambos sectores de mineros no quieren ceder ni un milímetro, representa una especie de callejón sin salida para el Gobierno y para la pacificación. Sin embargo, es necesario realizar todos los esfuerzos posibles, en estas horas de tregua y reflexión convocadas por el Gobierno, para lograr un clima donde el diálogo se imponga. Seguramente que las bases del diálogo tendrán que girar en relación a los derechos de ambos sectores, a las normas legales y sobre todo a razonamientos que tengan que ver con el enorme perjuicio para el país y la minería.
Las posiciones deben encontrar un resquicio para el diálogo y esto es posible únicamente recuperando un ambiente de distensión para que los dos grupos de mineros puedan dialogar en base a razonamientos donde se analicen todas las artistas del conflicto desde su inicio. Resulta en la lógica de los hechos una contradicción el enfrentamiento entre mineros, no solo por la tradición en las luchas reivindicativas y revolucionarias conjuntas en el pasado histórico, sino porque todos tienen que cuidar las condiciones favorables en las que la minería se desarrolla actualmente, debido a los precios internacionales, además de precautelar los flujos de inversiones.
En esta problemática no existen sino dos caminos. Uno el del enfrentamiento y la violencia en el cual nadie sale favorecido y por el contrario solo añade, generalmente, un capítulo más en la triste historia de luto y dolor del país y el otro, el de la conciliación, es decir el diálogo y la discusión sobre los aspectos de fondo. Esto último es posible siempre y cuando se dejen los antagonismos y los intereses mezquinos entre los grupos enfrentados. Luego, una vez que la pacificación se imponga, se podrá considerar las responsabilidades de cada uno de los actores gubernamentales y dirigenciales.
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