TIPNIS: EXPRESIÓN DE
LIBERTAD
María
Angélica Kirigin
En un acto
inédito, la Asociación de Periodistas de
La Paz reconoció el trabajo de los periodistas que cubrieron la VIII Marcha Indígena
en Defensa del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Securé TIPNIS, que provocó la adhesión de todo el país por su
fuerza y determinación. Sus alcances fueron transmitidos al mundo por periodistas y comunicadores que
realizaron su labor pese a las inclemencias del tiempo, la distancia con sus
lugares de trabajo y las dificultades en el Parque, un territorio que muchos de
ellos desconocían.
El Presidente de la APLP,
Pedro Glasinovic, destacó el trabajo de los periodistas que, al informar durante
más de dos meses sobre las penurias, anhelos, experiencias, anécdotas y vicisitudes
de la movilización, contribuyeron al fortalecimiento
de la democracia y a la difusión de los derechos ciudadanos y de la libre
expresión. “Transmito el orgullo del directorio y de los más de mil afiliados
de la institución por la labor desempeñada en la marcha en defensa del TIPNIS, que representa un aliciente para fortalecer
la institución y su misión de defender la libertad de expresión y de prensa”,
señaló al inicio del evento.
El propósito del foro
fue conocer de viva voz de los protagonistas las vivencias y emociones que no
se dicen de manera directa en las noticias. El valor testimonial de la tertulia
permitió advertir el carácter profundamente humano y real del trabajo
periodístico.
La experiencia de los
periodistas que acompañaron la marcha fue
descrita como única, inolvidable y motivadora, como el episodio que marcó con
fuerza la nueva hora del país en la
defensa de los derechos. Durante el foro,
los periodistas participantes describieron con sentimiento, a veces incontenible,
el recorrido de más de 600 km. y enfatizaron que en la vida de los países hay
sucesos memorables que se inscriben en su historia, trascendiendo más allá de
su espacio y tiempo. Para ellos la marcha en defensa del TIPNIS y contra la
construcción de la carretera Villa Tunari - San Ignacio de Moxos atravesando el
Parque, fue un acto valiente, humano y contundente de protección a la vida, a la
naturaleza, al origen, a la identidad y a la libertad.
Cuatro periodistas rememoraron
coloquialmente su trabajo, en representación de los colegas que cubrieron el
movimiento en sus distintas etapas.
UNA HISTORIA DE PRINCIPIOS Y FUNDAMENTOS DE VIDA
Israel Gutiérrez, de
Red Uno, describió la defensa del TIPNIS como una historia, matizada por percepciones
muy fuertes, que otorga un mayor valor a la vida y a la naturaleza, como fuente
de vida. Con su compañero de viaje Miguel Ángel Flores dieron alcance a la
marcha en Puerto San Borja, a 110 km. de
Trinidad. Allí los marchistas sostenían reuniones de coordinación
interna para definir aspectos logísticos sobre la provisión de alimentos a lo largo de los 100 kilómetros restantes, hasta llegar
a la población de San Borja. Este tramo resultaba
dificultoso al no existir las condiciones de abastecimiento para la movilización.
“Cuando llegamos eran las 3:00 de la mañana. Del frío intenso de la cumbre pasamos
al calor del trópico. La jornada se perfilaba muy intensa aquella tarde, cuando
se reunían los líderes indígenas con los ministros. Al medio estaban los
asesores y alrededor de todos ellos los periodistas: los de prensa escribían
rápidamente en los teclados de sus computadoras, los de radio relataban minuto
a minuto el curso de las negociaciones; allí estábamos nosotros con nuestro
equipo de filmación, casi sin respirar para no perder detalle ni palabra”, describe
Israel.
“En medio de un
profundo silencio, mientras aguardamos los resultados de las reuniones, irrumpieron incontenibles exclamaciones de susto
y sorpresa, vimos saltos súbitos y rostros azorados. Nos preguntamos ¿Qué pasa? Las cámaras enfocaron
a dos víboras verdes que parecían venenosas en su sigiloso y sinuoso transitar.
Mujeres y hombres subieron despavoridos
a las sillas. De pronto la cámara enfocó a un indígena que agarró la cabeza a la serpiente, la llevó
cerca a su boca, la acarició luego y la colocó alrededor del brazo, como si
fuera una larga y enorme pulsera. Estábamos extasiados: era el contacto genuino
del hombre con la naturaleza, en pleno corazón del bosque. A partir de ese
momento supimos que esta cobertura periodística sería única”, continua el
relato.
Mientras, los
ministros y los líderes indígenas seguían hablando sobre el Parque y los 16
puntos de la plataforma de las demandas: el camino versus la naturaleza, la
paralización de las actividades hidrocarburíferas, las garantías en la
legislación agraria para los territorios indígenas, la vigencia de la Ley de Bosques,
la construcción de la Universidad Indígena, la incorporación de los pueblos indígenas
como beneficiarios del Seguro Universal de Salud, el censo de población y
vivienda y los planes de vivienda, entre
otros. No llegaron a ningún acuerdo.
NATURALEZA, INOCENCIA Y SOLIDARIDAD
El contacto con la
naturaleza marcó la primera diferencia
fundamental en la cobertura del equipo de Red Uno.
La inocencia de los
niños, enriquecida por su imaginación y creatividad, aportó a los periodistas una lección sobre el
impacto de las cosas simples de la vida. Así lo reconocieron, cuando captaron
el mundo mágico de bidones convertidos en
automóviles, escobas transformadas en caballos y muñecas de piedra lavada de río.
“En Horeb, mientras
los padres instalaban las carpas para pernoctar, los niños jugaban disfrutando
de la naturaleza, pródiga en libertad. En este centro, descansaron luego de la
fuerte lluvia que cayó en la región. El contingente policial vigilaba y los
periodistas esperaban entrevistar a los líderes para conocer sus futuros planes. En Yucumo, 45 kilómetros más allá, los colonos mantenían el bloqueo para evitar
el paso de los marchistas.
El compañerismo, la
solidaridad y la empatía fueron los otros valores percibidos durante la marcha que se reflejaron de
manera colectiva por la muerte de los niños que no llegaron a nacer y el
fallecimiento de un menor, debido a un estado grave de deshidratación. Pese a la
impotencia, las penas y la falta de agua
que se sentía y sufría dolorosamente, se mantenía firme la decisión de avanzar
30 kilómetros por día. Cualquier avance inferior era calificado como
inaceptable en el afán de llegar a La Paz y mostrar la decisión irrenunciable
de defender el TIPNIS.
Israel Gutiérrez destacó
que la fortaleza de los marchistas, luego de la represión policial del 25 de
septiembre, conquistó mayor admiración. Los
indígenas se reagruparon en Quiquibey, a
43 kilómetros de Yucumo, y reanudaron la marcha rumbo a La Paz el 1º de octubre
De allí partieron 300 personas y luego se fueron
sumando más. En el recorrido, no les
importaba el clima ni las dificultades del camino. La larga columna humana se convirtió en una
sólida manifestación de libertad de expresión.
Para el equipo
periodístico de Red Uno, el TIPNIS constituye el aprendizaje de sencillez,
humildad y valentía. Fue la oportunidad
de valorar el amor a la naturaleza. “Hemos
sido parte de la historia y agradecemos a los medios de comunicación, a las
personas que confiaron en nosotros, a nuestros jefes de prensa por habernos concedido el privilegio de participar en la
cobertura de la VIII Marcha Indígena.
CORAJE INDÍGENA
El equipo de Cadena
A, integrado por Luis Guerrero, Hugo Machicado y Miltón Cruz, acompañó a los
marchistas durante varias semanas. La cobertura realizada fue la base para la
producción del documental “Coraje Indígena”, ganador de la categoría documental
de investigación del Premio Nacional de Periodismo 2011.
Con ese mismo nombre
tituló Luis Guerrero su participación en el evento. Contó cómo los líderes
indígenas le habían expresado su preocupación sobre la propaganda negativa que
estaba recibiendo la Marcha y que impedía el conocimiento de la población
nacional sobre la verdadera problemática del Parque. “No marchaban solamente para evitar que la carretera parta
en dos el TIPNIS, sino para defender su tierra, la naturaleza, sus costumbres y
tradiciones. La situación se fue poniendo cada vez más tensa y no había avance
aparente en las negociaciones. La situación entre colonizadores e indígenas era
de apronte”, relata Guerrero.
¡QUEREMOS AGUA, QUEREMOS AGUA!
La descripción de Guerrero aborda el conflicto, agravado por la carencia
de agua. “En el sector del Puente Chaparina, la Policía impidió el
paso a los marchistas, señalando que tenían órdenes superiores de evitar un
enfrentamiento con los colonizadores de Yucumo.
Los indígenas llegaron
hasta el lugar con whipalas y banderas blancas con el patujú, mientras que los
colonizadores de Yucumo coincidieron su llegada con la barricada policial. Ante
la negativa de la policía, los indígenas decidieron acampar sobre el camino,
indicando que no se enfrentarían con nadie porque protagonizaban “un movimiento
pacífico”.
Los días de conflicto
fueron duros y complicados. Los niños tenían sed y el calor era muy fuerte, por
eso pidieron que les dejaran pasar al río para refrescarse. “Queremos agua,
queremos agua”, coreaban los indígenas, insistiendo en acercarse al río Chaparina.
Guerrero
describe que la desesperación por el agua desfiguraba el rostro de las madres.
Esa fue la actitud expuesta cuando las mujeres obligaron a caminar al Canciller
David Choquehuanca y a comprobar la existencia del cerco policial y del bloqueo
en Yucumo. Con el Canciller, las mujeres caminaron hasta el lugar donde estaba
el primer contingente policial que les había impedido el acceso al riachuelo
Pasado
el medio día del sábado 24 de septiembre, por decisión de la dirigencia
indígena, el Canciller, el viceministro César Navarro y el Gral. Foronda fueron
liberados.
El domingo 25 de
septiembre percibimos que la situación estaba más tranquila.
“San Borja era
nuestro punto de operaciones. Desde allí reportábamos todos los días,
editábamos las notas periodísticas y efectuábamos el seguimiento a las
negociaciones en Chaparina o Limoncito, a
17 kilómetros de Yucumo. Allí entrevistábamos a los dirigentes para
conocer sobre el futuro de la marcha. Ellos esperaban una invitación del
gobierno para poder reunirse en la noche del 25. A las 5 de la tarde de aquel
día fuimos comunicados de la represión
policial.
Tomé la cámara y
partimos velozmente en el vehículo que redujo a mitad el tiempo que
habitualmente tomaba llegar a Chaparina. El camino parecía interminable.
Cuando llegamos vimos
el traslado de la gente en camionetas y buses y advertimos el llanto de madres
y padres que buscaban a sus niños. Logramos entrevistar a los indígenas que
estaban en las camionetas y lloraban desesperados al no poder encontrar a sus
hijos.
Las escenas
posteriores fueron desgarradoras cuando encontramos una casa a la que habían llegado
varios niños, aterrados al no encontrar a sus padres; los voluntarios recorrían
el bosque buscando a los menores que corrieron despavoridos hacía los árboles durante
la intervención policial. Ya en San Borja encontramos a los policías y a los marchistas, con las vestiduras rasgadas,
con “masking” en las manos, amordazados y embarrados de tierra, pedían clamorosamente
agua, que no pudimos darles. Habíamos dispuesto de ella
en las proximidades del río Chaparina, cuando los niños la necesitaban de urgencia”
LAS IMÁGENES DE LAS CÁMARAS DEL TIPNIS
Guerrero continúa: “fueron
valerosos los camarógrafos y periodistas indígenas que registraron la
intervención policial y facilitaron a la mayoría de los medios televisivos las
imágenes que dieron la vuelta al mundo
La única entrevista registrada aquel día fue con el ex comandante que dijo
que no había detenidos y que se había procedido de una manera tranquila a
desalojar a los indígenas.
Cuando nuestra colega
facilitó las imágenes, nos reunimos los periodistas de ATB, Red Uno, UNITEL, Cadena
A y Fides TV. Las copiamos para difundirlas en los noticiosos del lunes 26 de septiembre. De esa manera se reflejó lo que había pasado.
El equipo de Cadena A mantuvo el
principio de decir solamente lo que veíamos”.
La cobertura de los
comunicadores indígenas imprimió una tónica nueva al trabajo realizado, a la
oportunidad del despacho, a los respaldos en las filmaciones y grabaciones. Sin
estos elementos no hubiera sido posible contar con las imágenes impresionantes del suceso.
HACIA CARANAVI Y LA PAZ
En Chaparina, los indígenas se sentían amenazados ante la
posibilidad de los conflictos que se anunciaban en Caranavi. Sin embargo, todo fue distinto cuando los
marchistas ingresaron a Caranavi en
medio de aplausos, saludos y palabras de aliento. Fue una entrada en la que se observó la
solidaridad.
Eso
les dio fuerza para continuar su recorrido hacia la sede de gobierno. A lo largo del trayecto sufrieron además de las inclemencias del
tiempo el pánico y vértigo en el tramo de la muerte, desde la zona de Alto
Sacramento hasta Chuspipata. Luego el asfalto y la Cumbre.
En la tranca, la solidaridad paceña se manifiesto a través
de pancartas, flores y música de bandas. La cobertura siguió. A la llegada a La Paz, las escenas se tornaron más conmovedoras. Los paceños se alejaron de su rutina cotidiana para
recibir a los marchistas del TIPNIS. La ciudad se unía en un solo gesto de
bienvenida.
Fue el valor que
tuvieron los marchistas al defender sus ideales, la naturaleza, los valores
humanos, éticos y el respeto a la Constitución lo que inspiró al equipo de
Cadena A, a preparar un documental completo que recibió el título de Coraje
Indígena.
VIDA Y MUERTE DETRÁS DE LA MARCHA POR EL TIPNIS
Así nominó su exposición Luis Mealla, periodista de Página
Siete, quien señaló que la muerte que envolvió a los marchistas fue un rasgo
que lo conmovió profundamente.
“Más allá de
periodistas, somos seres humanos. Todos somos hijas e hijos, madres y padres, todos tenemos hermanos y
amigos. Cuando realicé el trabajo en el TIPNIS, pensé como padre de tres niños en los
sentimientos y emociones y me puse en el
lugar de los marchistas. Percibí el
dolor de la madre que había perdido a su pequeño y que pese a ello decidió seguir caminando, con
fuerza, porque la muerte de su niño era
la razón para defender la vida”, destacó Mealla.
Cuando
la entrevistó le dijo “voy a seguir, mi hijo ha fallecido, esto me da más
fuerza para seguir porque nadie me va quitar mi casa, nadie me va quitar mi legado, lo que mi abuelo
me ha dado”.
La
muerte del bebé de 8 meses se debió a
una infección intestinal que no pudieron tratar los médicos de San Borja,
quienes pidieron su traslado inmediato al Hospital de Trinidad, pero nada se
pudo hacer, el niño falleció a las pocas horas ante la mirada atónita de sus
padres. Todas las banderas de la marcha estaban con crespón negro. En el
velorio las mujeres y los hombres de la comunidad manifestaron su dolor. Había
cansancio y fragilidad.
En
la Marcha hubo otros decesos lamentables. El primero fue de un muchacho de 13 años,
que cayó accidentalmente de uno de los
camiones que llevaba víveres para los marchistas. El joven no pudo sujetarse y cayó. El golpe
fue fuerte y a las pocas horas falleció.
Otra pérdida sentida fue
la del dirigente Eddy Martínez, cacique de salud de la Organización Indígena
Chiquitana, quien falleció en el accidente del avión de Aerocon que cayó cerca
a la Laguna Brava, en el monte de Chuchini, a escasos kilómetros de
Trinidad. También se registraron otros casos
de abortos durante la Marcha.
Ninguna
de estas situaciones frenó el ímpetu de seguir adelante.
“Nuestro deber fue informar
sobre estas penas. La marcha no era una caminata turística o un paseo. Hubo dolor, pena y muerte y también vida nueva, como señal de esperanza. Al término de la movilización nacieron tres
niños en La Paz. Las madres fueron atendidas y los niños llegaron al mundo con
las muestras de cariño de los paceños”, destacó el periodista de Página Siete.
“Seguramente estos
niños tendrán la oportunidad de contar a
sus hijos y a las futuras generaciones que fueron parte, en el vientre de sus
madres, de la Marcha por el TIPNIS, que
nacieron en La Paz, volvieron a su territorio y crecieron en él”, enfatizó.
PERIODISTAS DE LA DERECHA RECALCITRANTE
“El seguimiento
periodístico implicó también algunos riesgos, uno de los más graves fue cuando
la camioneta, en la que viajábamos para asistir a una conferencia de prensa en
Yucumo, giró peligrosamente y nos dejó pasmados de miedo. Nuestra labor estuvo
orientada a informar con objetividad cuanto acontecía en el conflicto y observar
las costumbres, tradiciones y forma de vida en el TIPNIS, aspectos poco
conocidos”, evocó Mealla.
Destacó la susceptibilidad
en los dirigentes indígenas que “sentían que los medios de comunicación
oficiales no comunicaban con imparcialidad los acontecimientos y por ello no
les dejaban ingresar. Esto indignó a las
autoridades de gobierno que reclamaron el ingreso de estos medios, señalando que eran del pueblo y
del Estado, mientras que nosotros, según decían, representábamos a la derecha
recalcitrante. Con este nombre nos quedamos hasta el final del conflicto. No lo
tomamos en serio, sino como una anécdota de esta travesía que no fue una
aventura sino la lucha de mujeres, hombres y niños valerosos que marcharon, sufrieron
en el camino y llegaron a La Paz, logrando
su cometido.
Luis Mealla concluyó
señalando “Ojala puedan lograr lo que ellos vinieron a buscar, eso depende de
nosotros porque cuando nosotros actuemos, demos lo mejor de nosotros y hagamos
lo que sabemos hacer, que es informar
con la realidad, estaremos haciendo un bien a toda la sociedad.”
LA REPRESIÓN DEL 25 DE SEPTIEMBRE
Eddy Andrade Valdez,
periodista de Red Erbol, describió la intervención policial a la marcha
indígena como la experiencia más difícil en su vida. “Fueron cuarenta minutos
que pasaron rápidamente, por mi retina, viendo cómo, una vez más, la brutalidad
de la Policía también puede aplicarse en este tipo de circunstancias”.
La cadena de emisoras
ERBOL fue de las primeras en transmitir la represión policial que se produjo
alrededor de las cinco de la tarde. Eddy Andrade narró el nerviosismo que se sentía minutos
antes de la represión, tanto en el lado de la Policía como entre los indígenas.
Los policías estaban atemorizados por la destreza de los indígenas que al
flechar a los pájaros al vuelo, les atravesaban el corazón, mientras que los indígenas se sentían cada vez
más rodeados.
Cuando
sucedió la intervención había cuatro
periodistas en el lugar, entre ellos los periodistas de Canal 7, Patria Nueva y
el camarógrafo de PAT, que pudo lograr las imágenes que fueron presentadas horas
más tarde en ese medio. Andrade manifestó su admiración por la valentía del
camarógrafo de PAT que captó las imágenes, sin tener miedo. Cuando empezó la
represión les pidieron a los periodistas echarse al suelo. Andrade evocó los momentos de la represión
violenta de la que varias personas resultaron heridas y varios niños desaparecidos, que corrieron a los árboles en
medio de la confusión. Vio como la gente huía despavorida en esta estampida
humana, atravesando los alambres de púa, sin siquiera reparar en ellos.
Contó
su angustia al no poder realizar el primer reporte. No tenía la señal adecuada.
Luego informó que 500 uniformados dispersaron la marcha que rompió un obstáculo
policial en la mañana del sábado 24. Como
resultado de la represión, fueron capturados los marchistas, entre ellos
mujeres, algunas embarazadas, niños, ancianos que fueron trasladados hacía San Borja en 4 buses y 9 camionetas. El despacho de ERBOL describió
los golpes propinados durante la intervención.
A
las 17:50 del 25 de septiembre, cuando
la intervención había concluido, el ambiente continuaba invadido del pánico y
el miedo. Más tarde, las imágenes de TV mostraron a personas, entre ellas una
mujer, inmovilizadas por la fuerza y con la boca cubierta por bandas adhesivas
de plástico para impedirles gritar, que eran arrastradas de cabeza hasta los camiones.
Había un número impreciso de detenidos, decía el reporte.
Eddy Andrade terminó su relato, señalando
que: “el 25 de septiembre es parte de los hechos que nunca podrá olvidar y que
en Bolivia, así como hay gente buena, hay gente muy mala”.
Del Editor: M.Angélica Kirigin ha documentado su crónica con gran cantidad de fotografías tomadas a lo largo del histórico evento. Limitaciones técnicas, nos impiden por el momento mostrarlas aquí, aunque sí editaremos sendos mosaicos del registro de los sacrificados comunicadores que fueron testigos tanto de la masacre de Chaparina, como de la llegada a la ciudad de La Paz, en medio del alborozo y respaldo del pueblo paceño.