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viernes, 18 de septiembre de 2009

sabrosa e imperdible la historia del Cerro Rico que contendría tanto mineral de plata como todo el que salió de sus entrañas y alimento la Iberia


El Cerro Rico de Potosí, la montaña situada en el occidente de Bolivia que fue el soporte de la colonia española en América, todavía contiene tanta plata como la que se ha explotado de forma frenética y sin parar durante 464 años.

Hablar de una riqueza semejante aún por extraer después de casi cinco siglos parece una hipérbole propia de una ciudad de leyenda como Potosí, donde sus escritores y pintores de la época colonial describían al Cerro como un regalo de Dios para los hombres.

Sin embargo no es una exageración porque ingenieros bolivianos que estudian cómo equilibrar la explotación con la preservación de la forma cónica de la montaña, establecieron que el Cerro posee casi 1.220 millones de toneladas de minerales, principalmente de plata.

"Hay tanta plata como la que ya ha salido", dijo a Efe Corsino Morales, ingeniero del Servicio Nacional de Geología y Técnico de Minas de Potosí, que destaca la cifra del tamaño de la riqueza calculada en la superficie y en el interior de la magnifica mina.

La explotación del Cerro comenzó en 1545, durante la colonia española. Desde entonces no se detuvo nunca y actualmente unos diez mil mineros entran a diario al subsuelo para abrir socavones con dinamita y extraer al menos 2.000 toneladas diarias de tierra con minerales.

La cima del famoso Cerro tiene una altitud de 4.702 metros sobre el nivel del mar, setecientos por encima de la capital potosina que en su momento trascendió en la historia universal como un sinónimo de abundancia de plata sin medida.

Gabriel Arancibia, gerente en Potosí de la estatal Corporación Minera de Bolivia, habló con Efe en la cima del Cerro, donde ilustró con sencillez el fenómeno geológico que supone la montaña al señalar que hasta la roca en la que está sentado durante la entrevista contiene plata y otros minerales.

Si se hace la prueba de golpear dos rocas de esa zona, efectivamente el sonido es metálico. La cúspide es el lugar más rico del gigantesco yacimiento pero la explotación en ese sector está prohibida para evitar que el Cerro quede descabezado y pierda la forma cónica que aún puede divisarse a la distancia, desde la capital potosina.

Los ingenieros bolivianos entrevistados han establecido que hay hundimientos y fracturas en algunos sectores que deben someterse a una preservación, si bien han asegurado que no hay peligro de desplome como temen dirigentes regionales y expertos en patrimonio.

Y es que la mina es una gigantesca roca solida que podría sufrir un derrumbe sólo si hay un terremoto, aunque tiene perforaciones y galerías que en línea se extenderían a lo largo de 90 kilómetros, según una reciente medición que investigó el deterioro de la estructura de la mina.

Morales, quien coordinó ese estudio, cree que esta cifra puede subir a 160 kilómetros, que es la distancia existente entre Potosí y la vecina Sucre; aunque Arancibia cree posible más de 500 kilómetros de cuevas y galerías, tanto como la ruta entre La Paz y Potosí.

Semejante perforación interna y los intensos trabajos que se hacen en la superficie del Cerro han alertado a los dirigentes cívicos de Potosí y a los protectores de patrimonio por el riesgo de que la montaña sufra un derrumbe, pese a las explicaciones técnicas que insisten en que de momento no hay grave peligro.

Uno de los defensores de la preservación de la montaña es el director de la Casa Nacional de Moneda de Potosí, Rubén Ruiz, quien recuerda que los cronistas coloniales señalaron en su momento que la cúspide del cerro estaba sobre los 5.183 metros sobre el mar cuando se comenzó la explotación de plata.

Es decir, desde entonces el Cerro Rico puede haber perdido 481 metros de altura, si se toman en cuenta esas referencias históricas; en tanto que otros datos del Ministerio de Minería citan una rebaja de 17 centímetros entre mediados de 1990 y la presente década.

Sea como sea, según Ruiz, los habitantes de Potosí no conciben su ciudad sin ese emblema de riqueza que es la montaña y que hizo posible el sosten de la colonia española en América y cuya plata alimentó el comercio mundial durante la revolución industrial, al punto de tener una importancia similar al del dólar estadounidense.

Paradójicamente, la plata que salió de Potosí al mundo no cambió sustancialmente la vida de la mayoría de los habitantes de esta región donde es visible la pobreza, pero donde el turismo también puede ayudar a aliviarla si la montaña se mantiene como un atractivo mundial.(Los Tiempos Digital tex. e imagen)

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