La estrategia USA y sus líneas matrices
Hay una teoría conspirativa en boga (proveniente de la izquierda) que sostiene que EEUU promovió el enfrentamiento entre Evo Morales y la oligarquía secesionista para (por medio de una guerra civil) "dividir Bolivia" en dos países, uno rico y otro pobre: es falsa.
En el actual escenario boliviano, una "guerra civil" o una división de Bolivia sería perjudicial para los intereses económicos trasnacionales y para la estrategia de control regional con la "alternancia democrática-constitucional" impuesta por EEUU en su patio trasero latinoamericano.
Los que manejan información confidencial sobre los lineamientos del poder imperial saben que la actual estrategia del Departamento de Estado norteamericano en Bolivia (así como en toda América Latina) pasa por el mantenimiento de la "gobernabilidad democrática" dentro de una alternancia electiva de las fuerzas políticas por medio de las urnas.
Esto significa (y a diferencia de la década del setenta en que impulsaba la doctrina militar de la "seguridad nacional") que EEUU en estos momentos no baraja hipótesis de "golpes militares" o de "guerra civil" en América Latina, sino la continuidad alternada de gobiernos "democráticos" (de cualquier signo ideológico que sean) dentro del sistema constitucional electivo.
Los militares bolivianos, y los de toda la región (formados y conducidos desde el Comando Sur) conocen el precepto básico: EEUU ya no apoya golpes de Estado militares en América Latina y las alternativas y/o soluciones del control político y social (imperial) deben emerger del poder político-constitucional civil.
Como también se sabe (y consta en los documentos del Departamento de Estado) Washington, en América Latina, reconoce tanto a la derecha como a la izquierda como opciones válidas de "gobernabilidad" aceptada siempre que respeten dos condiciones básicas: El mantenimiento del sistema constitucional (escrito y normatizado) y el mantenimiento del sistema de control y dominio (no escrito y escondido) que mantienen los bancos y empresas transnacionales sobre las estructuras económicas-productivas de los países de la región.
Si no alteran esas dos líneas matrices, los presidentes (de la ideología que sean) pueden manejarse libremente con el discurso, pueden criticar o rechazar públicamente la dominación de EEEUU, autotitularse antiimperialistas o revolucionarios, incluso insultar al presidente norteamericano. Lo que no pueden hacer es: Romper el orden constitucional o salirse de los marcos de la dependencia al poder económico transnacional.
En este escenario real (y no en teorías conspirativas o en "revoluciones" inexistentes) hay que abordar el proceso conflictivo boliviano que hoy tiene a Evo Morales y a la oligarquía de la Media Luna como actores centrales de una guerra interna por el poder, en cuyo centro se encuentran los intereses estratégicos regionales de EEUU y los intereses económicos de las empresas transnacionales protegidas por la embajada norteamericana.
En el actual escenario boliviano, una "guerra civil" o una división de Bolivia sería perjudicial para los intereses económicos trasnacionales y para la estrategia de control regional con la "alternancia democrática-constitucional" impuesta por EEUU en su patio trasero latinoamericano.
Los que manejan información confidencial sobre los lineamientos del poder imperial saben que la actual estrategia del Departamento de Estado norteamericano en Bolivia (así como en toda América Latina) pasa por el mantenimiento de la "gobernabilidad democrática" dentro de una alternancia electiva de las fuerzas políticas por medio de las urnas.
Esto significa (y a diferencia de la década del setenta en que impulsaba la doctrina militar de la "seguridad nacional") que EEUU en estos momentos no baraja hipótesis de "golpes militares" o de "guerra civil" en América Latina, sino la continuidad alternada de gobiernos "democráticos" (de cualquier signo ideológico que sean) dentro del sistema constitucional electivo.
Los militares bolivianos, y los de toda la región (formados y conducidos desde el Comando Sur) conocen el precepto básico: EEUU ya no apoya golpes de Estado militares en América Latina y las alternativas y/o soluciones del control político y social (imperial) deben emerger del poder político-constitucional civil.
Como también se sabe (y consta en los documentos del Departamento de Estado) Washington, en América Latina, reconoce tanto a la derecha como a la izquierda como opciones válidas de "gobernabilidad" aceptada siempre que respeten dos condiciones básicas: El mantenimiento del sistema constitucional (escrito y normatizado) y el mantenimiento del sistema de control y dominio (no escrito y escondido) que mantienen los bancos y empresas transnacionales sobre las estructuras económicas-productivas de los países de la región.
Si no alteran esas dos líneas matrices, los presidentes (de la ideología que sean) pueden manejarse libremente con el discurso, pueden criticar o rechazar públicamente la dominación de EEEUU, autotitularse antiimperialistas o revolucionarios, incluso insultar al presidente norteamericano. Lo que no pueden hacer es: Romper el orden constitucional o salirse de los marcos de la dependencia al poder económico transnacional.
En este escenario real (y no en teorías conspirativas o en "revoluciones" inexistentes) hay que abordar el proceso conflictivo boliviano que hoy tiene a Evo Morales y a la oligarquía de la Media Luna como actores centrales de una guerra interna por el poder, en cuyo centro se encuentran los intereses estratégicos regionales de EEUU y los intereses económicos de las empresas transnacionales protegidas por la embajada norteamericana.
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