En este Gobierno todo es improvisado, desde la cabeza a los pies. Por lo tanto todo se hace al andar y si sale bien se lanzan fuegos de artificio y flamean wiphalas y si sale mal, mala suerte, no se habla más del tema, se da por concluido. Con sólo echarle una mirada a la sala del Gabinete, cualquiera puede darse cuenta que casi nadie está en su lugar. Se ocupan los ministerios por etnias, regiones, movimientos sociales, compadrazgos o lo que sea. De 20 ministros –por citar un ejemplo– no hay un cruceño, suponiendo que, de acuerdo con la importancia de Santa Cruz, debería haber por lo menos seis o siete. Pero eso no interesa, los cambas no importan, lo importante es que S.E. esté cómodo, a sus anchas, entre los suyos nomás.
La improvisación ha traído, desde el primer instante, la más penosa desgracia en un área muy sensible: el Servicio Exterior. Si en anteriores administraciones es evidente que se relevaba a los viceministros y a la mayoría de los jefes de misión cuando cambiaba el Gobierno, ahora, con el MAS, se barrió con toda la Cancillería de buenas a primeras. No quedó "nadies". "Ya no más los diplomáticos de coctel" fue el lema para arrasar con quienes se habían formado en la Academia Diplomática o que tuvieran algún apellido con tufillo a presunta oligarquía. Se los reemplazó por militantes del MAS o por empleados públicos que tuvieron que declararse filomasistas. Se fueron los diplomáticos de los cocteles y aparecieron los del acullico.
¿Se puede entender un Estado que no tenga un cuerpo diplomático profesional? Sólo se lo entiende si, como ahora, el Presidente se hace cargo de la conducción internacional, improvisando la política exterior con sonadas arengas que pueden darse indistintamente en el Palacio de Gobierno o en los mercados chapareños. Por esas razones sólo la catástrofe diplomática puede pegarnos un tirón de orejas y alertarnos de que vamos por mal camino. Lo malo es que los tirones de orejas ya están a la orden del día y que sin una línea diplomática vamos de tumbo en tumbo.
No sólo se ha fracasado en las negociaciones con Chile, porque de la búsqueda enamoradiza de la "confianza recíproca", pasamos súbitamente a la demanda despechada en tribunales internacionales contra La Moneda, luego a la amenaza de retornar a armar líos en la OEA, y de ahí al anuncio solapado de una virtual denuncia del Tratado de 1904. Todo improvisado, desgraciadamente. Todo producto o de una rabieta por la captura del general Sanabria en Chile sin conocimiento de S.E. o por tratar de recuperar popularidad. La respuesta chilena fue contundente y torpe aunque nos hiciéramos los desentendidos: tenemos un Ejército disciplinado y poderoso para hacer respetar lo pactado. Amén.
La diplomacia improvisada y sometida al capricho político de S.E. nos ha conducido a formar parte del "Club de los Pobretones", el ALBA, donde sólo uno de los socios tiene dinero. Eso ya es una enorme desventaja para el resto de los cofrades. Pero lo peor del ALBA son las influencias del ricachón en la mesa de póquer, que nos ha distanciado del mundo desarrollado, nos hace pelear con los gringos, con los europeos, y nos ha presentado a amistades peligrosas como Gaddafi, Ahmadineyad y otros tahúres. Al mismo tiempo nos alejamos de Perú y deterioramos nuestra amistad con la Comunidad Andina de Naciones (CAN) por nuestro absurdo empecinamiento en que la CAN no pacte tratados de libre comercio (TLC) con EEUU ni con la UE. Eso, con una diplomacia profesional, no sucedería.
Pero el cherry de la torta, ha sido el escándalo desatado por la desfachatada visita que hizo a Bolivia el ministro de Defensa de Irán, Ahmad Vahidi. El general Vahidi tiene orden de arresto internacional por su posible participación en el atentado contra la AMIA judía en Buenos Aires, que causó más de 80 muertos, entre ellos seis bolivianos. El audaz Vahidi, llegó, se fotografió con S.E., participó de honores militares, fue a la inauguración de la Escuela de Defensa del ALBA en Warnes, y fugó. Cólera justificada en Argentina porque en Bolivia se reciba con bombos y platillos a tan siniestro personaje, y cólera también en Israel. La explicación boliviana fue que no sabía quién era Vahidi. ¿Será posible semejante cosa? Si, es posible. Es posible si no existe una Cancillería que tenga, por lo menos, una idea de a quién se invita a Bolivia. Luego vinieron las aguadas explicaciones del Canciller que fueron tan lamentables como el acto mismo.
¿Por qué estando Vahidi en Bolivia no lo arrestó la Interpol boliviana? Nadie se explica esa negligencia. Sobre todo cuando la misma Interpol tiene el brazo tan largo como para capturar en Perú a ciudadanos bolivianos como Guillermo Fortún y Luís Alberto "Chito" Valle. Interpol arresta y encarcela a personas por presunciones de delitos, persigue políticamente a otros nacionales en países vecinos, y sin embargo se encoge de miedo de aprehender a un genocida iraní que está en el propio territorio nacional, en sus manos. La Cancillería tendrá que explicar esto y algo más que la notita cagueta a la Argentina.
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