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lunes, 16 de agosto de 2010

Cayo Salinas constante en la certera crítica del evismo nos muestra lo ridículo que resulta "culpar a la derecha" de todos los males del MAS

La lectura que hace el gobierno de cuanto conflicto social se presenta en el país trae consigo una explicación de la que muchos comienzan a dudar. ¿Cómo creer que es la derecha la causante de que gente que votó por el MAS sea manipulada para generar problemas cuando el gobierno anunció haberla derrocado? ¿Cómo puede la derecha haberse infiltrado en el movimiento cívico potosino y ser la culpable de los conflictos que se suscitan en ese departamento cuando “ya no existe”?

Recordemos que el Vicepresidente del Estado fue claro en anunciar que el MAS ingresó a la quinta etapa, a aquella que manda tomar el control total del país en todos sus órdenes. Si es así ¿cómo es que la derecha puede armar tanto jaleo al punto que Potosí, el departamento más leal y fiel a Evo, ha dado una muestra de absoluto descontento e irreverencia hacia su líder?

Con seguridad que partidos políticos sean de derecha, centro derecha o izquierda moderada a las cuales el gobierno los encasilla como “la derecha”, no tienen capacidad para estructurar una alternativa diferente al modelo que plantea el MAS. Más allá de que el resultado en la última elección para alcalde y gobernador haya representado una derrota electoral para el partido de Evo en importantes lugares, y más allá de la estrategia de derrocamiento que se ha puesto en marcha contra los ganadores en algunas alcaldías y gobernaciones, lo cierto es que no existe una fuerza política con el poder y estructura como la que goza el MAS.

Por tanto, no hay ni derecha, ni chinos, pekineses, centristas, socialista moderados o demócrata cristianos capaces de generar lo que se asevera, esto es, que fuerzas políticas contrarias al régimen están detrás de todos los movimientos que se alzan contra lo que se dice es el “proceso de cambio”. Toda esa perorata sirve para los auditorios capaces de creerlas, los que no van más allá en el discernimiento que acudir a la convocatoria a mítines donde se baila, danza y quizá hasta se libe sin que importe el contenido del discurso de los coyunturales disertantes. Así funciona ahora y así funcionó con cuanto partido existió. Muchos de los auditorios eran los mismos, con la diferencia que unos días estaban vestidos de celeste, otros días de naranja y otros de rosado.

Por tanto, hoy no cabe un análisis sereno que acepte que los autores del levantamiento cívico potosino provienen de la derecha. No existe movimiento político, cívico o regional capaz de parar un departamento, menos uno abiertamente masista como Potosí. En todo caso, el aparente divorcio fruto del intento de derrocamiento de Joaquino quizá pudo ser una de las causas para que los potosinos salgan por los fueros de la dignidad y de la marginalidad nacional de la que siempre han sido objeto. Pero no es la derecha, ni los “gringos horripilantes”, ni la “perversa embajada americana”, ni Obama que con las canas que trae encima, muchos y más importantes problemas tendrá que solucionar que las susceptibilidades del gobierno cada vez que alguien exclama su voz de protesta. Y no es estar contra el proceso de cambio, es el “empute” de la gente ante tanta arbitrariedad, abuso de poder y corrupción. Así como están las cosas, el único perdedor es y será Evo, que está a tiempo de rectificar la bitácora y la forma cómo mira algunos acontecimientos sociales que como también lo dije, pueden jugarle una mala pasada tanto como la República cautiva.

El autor es abogado

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