Violaciones a los DDHH cometidos por el gobierno de Morales
Del Libro Ciudadano X de Emilio Martínez
Le pidieron detalles de las violaciones y el Ciudadano Equis respondió:
Tarea ingrata que trataremos de hacer de la mejor manera posible. La primera muerte a manos de la fuerza pública se produjo el 9 de junio del 2006, durante un operativo de desalojo de Papelpampa, departamento de Oruro (N. del E. Qué casualidad, es justamente el solar natal del cocalero que prometió que en su gestión no habría una sóla víctima de la violencia) Allí cayó abatido por una bala de uso militar un integrante del Movimiento Sin Techo, Santiago Orocondo. Además, hubieron 15 personas heridas. El prefecto masista de Oruro y la ex ministra de gobierno Alicia Muñoz, se echaron mutuamente la culpa por ese asesinato. Luego vino la violenta represión a los cocaleros de Los Yungas de Vandiola, competidores de los cultivadores de coca para la cocaína de El Chapare. Sucedió que, mientras en la zona cocalera controlada por Evo se implementaba la “erradicación voluntaria y concertada”, en la otra zona continuaba la erradicación forzosa de cultivos excedentarios con fuerzas policiales y militares. El saldo fueron dos nuevas muertes el 29 de spetiembre del 2006. Los cocaleros Rember Guzmán y Celestino Ricaldes. Es curiosa la doble vara usada por Morales para tratar a “sus” cocaleros y a los otros. Recuerde, además, su pasado de represor de los de los cultivadores yungueños en su etapa de conscripto militar. Pero lo más grave de todo vendría el 5 y 6 de octubre del 2006, en la localidad minera de Huanuni, departamento de Oruro. Allí se venía incubando desde hacía meses un conflicto entre cooperativistas mineros y asalariados partidarios de la estatización. Los primeros son pequeños empresarios privados surgidos luego del cierre de las deficitarias minas estatales, a mediados de los 80. En su mayoría son ex trabajajdores de COMIBOL, que poco a poco y a costa de grandes sacrificios lograron desarrollar sus propias empresas cooperativas, en una experiencia de capitalismo popular. Los cooperativistas fueron parte de la alianza electoral del MAS en las elecciones del 2005 y en retribución a su apoyo recibieron como su cuota de poder el Ministerio de Minería que fue ocupado por uno de sus principales dirigentes, Walter Villarroel. Sin embargo, el boom de los precios internacionales de los minerales pronto cambiaría las intenciones del gobierno hacia ese sector. Repentinamente, la minería volvía a ser una actividad muy rentable, un néctar apetitoso que podría ir a parar a manos de la nueva clase burocrática, a través de una adecuada política de nacionalización. Se hacía preciso cambiar de aliados, prescindiendo de los cooperativistas mineros para apoyarse en los asalariados, impulsando la estatización. Había que matar ese germen de capitalismo popular. Había que evitar que surgiera una clase próspera de pequeños y medianos empresarios mineros de extracción indígena y mestiza. Hay que aclarar que la gran mayoria de la población de Huanuni eran cooperativistas, alrededor de cuatro mil, contra sólo un mil asalariados. El conflicto, como le decía, fue in cresscendo durante meses, ante la pasividad de los principales del gobierno, y con un creciente aislamiento del ministro Villarroel del entorno presidencial. Hubieron muchas voces que advirieron sobre un posible desenlace sangriento de aquella tensión. Fue el caso de varios dirigentes de la Central Obrera Boliviana, como el secretario ejecutivo saliente Jaime Solares y reemplazante Pedro Montes. Ninguno fue escuchado. Así se llegó a la fecha fatídica del 5 de octubre del 2006. A las 4.00 de la madrugada Solares hizo una llamada urgente al Palacio de Gobierno para avisar sobre la peligrosa situación del Cerro Posokoni: asalariados y cooperativistas se habían atrincherado en diferentes áreas de la zona minera, portando armas de fuego y dinamita.
Un rato después, Pedro Montes se apareció en el Palacio Quemado, donde se reunión con Alvaro García Linera, quien ejercía el interinato presidencial a raíz de un viaje al exterior de Evo Morales. Montes manifestó su preocupación por lo que pudiera pasar en Huanuni en las siguiente horas y pidió la intervención preventiva de la fuerza pública. El vicepresidente se mofó de la posibilidad de que corriera sangre. “Si hay muertos, yo pongo los cajones” dijo, demostrando su completo desprecio por la vida humana. No habían pasado dos horas de esas ignominiosas palabras cuando la violencia se desató con furia en el Cerro Posokoni. Desde la cima, los asalariados lanzaban rodando las trístemente célebres “ruedas de Huanuni”, llantas rellenas de cartuchos de dinamita con la mecha encendida, que provocaban grandes explosiones al llegar a la parte baja, donde se habían concentrado los cooperativistas. Al mismo tiempo, comenzó un intenso fuego cruzado de fusilería. Fue una verdadera batalla campal, que se extendió a lo largo de todo el día y también durante parte de la jornada siguiente.
-Dígame. Entretanto qué hacía el Gobierno?
(La respuesta la consignaremos en la continuación de este capítulo referido a la violación de los Derechos Humanos por el Gobierno de Evo Morales, según está consignado en el libro Ciudadano X del escritor uruguayo Emilio Martínez que reside en Bolivia desde hace varios años)
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