Basta ya de mentiras
Estemos o no a favor del estatuto autonómico de Santa Cruz, es innegable que la mayoría de la población votante de ese departamento quiere la autonomía. El 39% de abstención fue mayor (en 17%) que el de las elecciones departamentales del 2006, pero aún en el supuesto de que todos los ciudadanos que se abstuvieron hubieran votado, el resultado final sería el mismo. Mucha gente se abstuvo porque no está a favor del Estatuto Autonómico, pero tampoco a favor del gobierno. Es una irresponsabilidad y una argucia baja pretender que todos los votos de la abstención hubieran favorecido al NO. No hay lugar para manipular cifras, y lanzar acusaciones de fraude que no están sustanciadas ni afectan significativamente la cifra total.
Uno no sabe si reírse o avergonzarse de las declaraciones del Presidente Evo Morales y del MAS, que han venido insistiendo en que la autonomía cruceña es una artimaña de unas cuantas familias de ricos, de unos cuantos grupos de derecha que controlan la política cruceña. Si eso fuera cierto, tendríamos que colegir –por las cifras- que Santa Cruz está llena de familias numerosas y prósperas. Ahora queda claro que no se trata de un puñado de privilegiados solamente. Incluso en el Plan Tres Mil, enorme barrio popular, ganó el SI.
Estamos tan encuevados en el altiplano, que no vemos más allá de las narices. El grupo reducido es en realidad el 14 % que votó por el NO. La simple aritmética muestra que el porcentaje del SI es mucho mayor que el obtenido por Evo en las elecciones presidenciales. Cuando se obtiene un 54% en una elección, se tiene a favor un poco más de la mitad de los votantes, pero un 85% es muy aplastante, mas de ¾ del total.
Ahora bien, esto no quiere decir que los que votaron por el SI o por el NO, conozcan exactamente las consecuencias del Estatuto Autonómico. Probablemente la población cruceña sabe tan poco del Estatuto Autonómico de su departamento, como la población boliviana sobre la Constitución Política del Estado propuesta y aprobada en Sucre y luego en Oruro por el MAS. Tal como están las cosas, eso no parece importar. Los referendos departamentales evidencian que el país está dividido entre los que apoyan el proyecto centralista del MAS y los que no lo quieren. La crisis de Estado y de sociedad es mucho más profunda, no se la puede simplificar con frases simplistas como ricos contra pobres o izquierda contra derecha, como pretende el gobierno de manera infantil.
Los analistas que han estudiado a fondo el estatuto autonómico coinciden en que tiene un sesgo federalista que va más allá del modelo autonómico español. También coinciden en que esos estatutos se radicalizaron como respuesta a la Constitución del MAS, aprobada entre gallos y medianoche. La posición de la llamada “media luna” es clara: nos vamos al otro extremo, para que luego podamos negociar y llegar al “juste milieu”, a un punto intermedio que convenga a todo el país.
No hay peor ciego que el que no quiere ver, y peor sordo que el que no quiere oír… Y el gobierno no ha mostrado hasta ahora flexibilidad. Mantiene un discurso alienado, fuera de la realidad, sin asomo de lógica y cada vez menos sensato. Por ello está perdiendo terreno, por eso el discurso se está gastando, y la popularidad del presidente va de bajada. El MAS se ha rifado irresponsablemente el proceso de cambio por el que muchos bolivianos apostamos.
La situación del país es triste. Los dirigentes del MAS y sus voluntariosos seguidores, no quieren aceptar que se equivocan en lo político como en lo económico. Se esconden como niños debajo de la mesa, repitiendo las mismas frases trilladas como si fuera un mantra. ¿Se lo creen realmente? Contra toda evidencia, contra la realidad aplastante, siguen repitiendo consignas y echándole la culpa al empedrado. El Presidente Morales no tiene la menor hidalguía a la hora de reconocer su derrota. No es honesto, miente. ¿O quizás está muy mal informado? ¿Le esconden la verdad quienes lo rodean? ¿Vive en un mundo ficticio?
Cuando el Presidente Chávez perdió su referendo más reciente, tuvo la hidalguía de reconocer la victoria de la oposición, aunque fuera -como dijo- una victoria “pírrica”, es decir, por un margen mínimo. Esa hidalguía le falta a Evo Morales, quien se apresuró en calificar el referendo de Santa Cruz como un “fracaso”, esgrimiendo una aritmética tramposa, que si se aplicara de esa manera a los resultados electorales del 2005, no le favorecería en absoluto… Esas afirmaciones de Evo son dignas de Ripley y caen por su propio peso: esta fue una estruendosa derrota para el gobierno central, para el MAS y para Evo Morales. Este es un dato objetivo, nos guste o no, estemos a favor o en contra.
El tema que preocupa trasciende el referendo de Santa Cruz. Cualquier otro referendo que se haga en Bolivia en la actual circunstancia de polarización, no puede sino traducirse en una sola cosa: una oportunidad de manifestarse a favor o en contra del gobierno del MAS. El contenido de los referendos pasa a segundo plano, son irrelevantes, porque lo que la gente quiere es expresar su acuerdo o desacuerdo con el gobierno.
No es casual que el gobierno ya no insista en el referendo revocatorio, por el cual el pueblo decidiría si el presidente y los prefectos deben quedarse en sus cargos o irse a sus casas. El gobierno amenazó con este referendo el año pasado, cuando todavía se sentía fuerte y las encuestas le daban posibilidades de ganar la apuesta. Pero en pocos meses las cosas han cambiado, y el riesgo para Evo Morales es demasiado grande. De modo que ya nadie en el gobierno habla de los referendos revocatorios, pues podrían perder.
Las últimas declaraciones y entrevistas de Evo Morales muestran a un hombre que se enreda cuando habla, incluso peor que antes. Morales no ha sido un hombre articulado, cuando habla repite las mismas consignas, es incapaz de analizar un tema en profundidad, de razonar mientras habla. Improvisa siempre e improvisa mal. Pero las últimas intervenciones lo muestran además inseguro, sin aplomo, confundido, descompuesto, aunque las palabras que salen de su boca pretendan afirmar lo contrario.
No se puede decir que todos los que votaron por el SI sean unos estúpidos manipulados por unos cuantos patrones, eso sería insultante para los ciudadanos cruceños que, valga recordarlo, provienen en buen número del altiplano y de los valles. Lo que me preocupa no es la autonomía, puesto que es una tendencia irreversible y beneficiosa a nivel mundial, sino la manera como puede aprovechar esta coyuntura el grupo de terratenientes que trata de confundirse ahora entre los pliegues de la bandera autonómica. Los cruceños autonomistas deberían desmarcarse abiertamente de ese sector de intereses económicos feudales.
Los próximos días demostrarán si los analistas políticos independientes estaban en lo cierto. Muchos coinciden en decir que esta prueba de fuerza en Santa Cruz era necesaria para que el gobierno se siente a negociar de veras, para que tanto el Estatuto Autonómico como la Constitución aprobada por los asambleístas del MAS, se vuelvan a abrir a la discusión, y esta vez sin condiciones. Esto es lo que la mayoría de los bolivianos espera, y si el gobierno no muestra una voluntad verdadera y honesta para la negociación, no podrá salir del atolladero y seguirá hundiéndose en su propio lodo. Cada referendo autonómico será un golpe mortal.
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