a continuación les ofrecemos su reciente artículo BOLIVIA CAMBIA publicado en los medios.
Al cerrar del Siglo XX la democracia boliviana alcanzó notables avances en su fortalecimiento institucional, luego de dos décadas del progresivo perfeccionamiento de su sistema electoral, unánimemente reconocido por su ecuanimidad e independencia. Las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional cumplían a cabalidad su rol constitucional. El Banco Central manejaba con sanos criterios la política monetaria, por lo que la inflación era sólo el recuerdo de un pasado traumático. A pesar de los bajos precios internacionales de las materias primas de esa época, Bolivia había logrado captar importantes inversiones que permitieron el hallazgo de grandes reservas de gas natural, las mismas que ofrecieron al país recursos cuyos beneficios se tradujeron en el Bono Sol, los fondos de pensiones y programas como el SUMI (Seguro Universal Materno Infantil). La Participación Popular abrió oportunidades para las economías locales en los municipios del país, deprimidos y postergados durante medio siglo de políticas centralistas. Se hablaba con optimismo de los corredores interoceánicos cuando la nación boliviana comenzaba a integrarse mediante carreteras, poliductos, redes de energía eléctrica y conexiones satelitales, en tanto que los centros urbanos comenzaban a acceder a redes domiciliarias de gas natural. La propiedad privada estaba garantizada y la fe del Estado había recuperado la confianza de la comunidad internacional. La libertad de prensa gozaba de su mejor momento en la historia nacional. Un respetado intelectual Aymará llegó a la Vicepresidencia Constitucional de la República. En breve, Bolivia disfrutaba de la democracia más vigorosa de su historia, y del mayor desarrollo económico alcanzado desde su fundación. Sin embargo, a pesar de sus éxitos, el sistema democrático boliviano continuaba imperfecto, puesto que en contramano a los anhelos de vastos sectores postergados que avanzan lentamente para mejorar su educación, salud o acceder a un empleo, la corrupción, arrogancia e indiferencia social campeaban en ciertos círculos de poder. Encandilada por sus éxitos electorales, la miope conducción política no entendía que la desinformación y falta de conocimientos de los sectores empobrecidos eran caldo de cultivo para gente inescrupulosa, que sacando ventaja del clima de libertad, se hallaban empeñados en destruir reputaciones y demoler las instituciones republicanas. Beneficiándose de las garantías consagradas en la Constitución Política del Estado, grupos de la periferia política vinculados a actividades terroristas y postulados extremistas, financiados por poderosos patrones transnacionales, a la par de desestabilizar al gobierno legítimamente constituido, sembraron descontento en el campesinado y sectores insatisfechos de las ciudades con promesas populistas. Empero, desde el primer día que accedieron al poder se ocuparon ya no solamente de agredir a sus adversarios, sino a desmantelar las reglas de la democracia y del Estado de Derecho, que les habían permitido llegar al gobierno. Desde entonces, lejos de fortalecer la democracia y crear una patria unida en su diversidad, el Movimiento al Socialismo -MAS- viene incitando al suicidio nacional con su doble discurso y prédicas de odio entre bolivianos. Las arengas de Evo Morales exacerban violencias de inhumana crueldad contra gente indefensa e inocentes animales, cuando incita a linchamientos salvajes a nombre de "justicia comunitaria". El MAS ha desestabilizado la economía al frenar las inversiones, ha acentuado el desempleo y ha inducido la emigración de cientos de miles de bolivianos. A nombre de "nacionalización" ha expropiado los recursos del pueblo boliviano para favorecer a sus parciales, mientras dispara un peligroso proceso inflacionario al margen de otras averías como nuevos hechos de corrupción que exhiben la miseria moral de la oligarquía masista. Como si lo anterior no fuese carga suficiente, por causa de la presunta aprobación de un texto constitucional apócrifo, la democracia boliviana y la unidad del país se encuentran en riesgo mortal, en vísperas de sucumbir atropelladas en manos de una dictadura con pretensiones de perpetuarse en el poder. ¡No es éste el cambio que deseamos los bolivianos!
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