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sábado, 3 de septiembre de 2011

Guillermo Capobianco está de nuevo acertado cuando señala el viraje de Lula hacia el centro del espectro político, aunque el daño de su Club de S.Pablo es irreparable.


Se desplaza hacia el centro del escenario político de América del Sur, moviendo una ficha clave del nuevo mapa político del liderazgo continental; esa ficha clave se llama Bolivia.
El Palacio de Itamaraty (Brasil) esperó el momento preciso cuando el proyecto ‘chavista’ ingresó en un ocaso al parecer irreversible y el flamante presidente Ollanta Humala tomó la posta del proceso peruano con ministros del expresidente Alan García y del ‘fujimorismo’, a fin de impulsar una economía de mercado con el 11% de crecimiento del PIB, eso sí, con mayor inclusión y democracia social.
El comandante Humala dio un salto insólito hacia la Constitución peruana de 1979, consolidando la unidad, el desarrollo y la integración del hermano país, bajo la inspiración del pensamiento político de José Carlos Mariátegui y de Raúl Haya de la Torre, referencias peruanas históricas.
Perú, bajo la Presidencia de Humala, se encamina hacia la emergencia de una potencia portuaria del Pacífico norte con inversiones millonarias de infraestructura en El Callao y las puertas de Lima, la capital.
Mientras tanto, Dios y la naturaleza humana biológica frenaron en seco las ilusiones imperiales del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, que se pretendió erigir sobre la base de la renta petrolera, la más cuantiosa del planeta.
Brasil, bajo la visión estratégica de Fernando Henrique Cardoso y Lula da Silva, salvaron en su momento la ‘revolución bolivariana’ cuando esta estaba virtualmente derrotada a raíz del embate de la huelga general que derrocó al caudillo durante 48 horas.
En estos días que corren, Brasil vuelve a la escena mundial con la conducción certera de Itamaraty y el poderío económico financiero de sus gigantes empresas transnacionales, desplazándose hacia el centro geopolítico de Sudamérica para salvar la revolución democrática y popular del presidente Evo Morales y su proceso de cambio.
El precio que tiene que pagar el presidente indígena es ahora y será, en el largo plazo, la reconversión ideológica de la revolución boliviana y de su ingrediente de indigenismo delirante proclamado por el vicepresidente García Linera.
El proceso de cambio como aluvión social y político alentado contra el modelo productivo del oriente boliviano se agotó y la élite empresarial de esta parte golpeada del país tendrá que ser parte del modelo económico reconvertido bajo los parámetros de Brasilia, Itamaraty y la presidenta Dilma Rousseff.
Lula es el gran operador de la potencia mundial emergente que desembarca ahora en La Habana para lanzar el bote salvavidas del dinero del Bandes a la Cuba revolucionaria.
Un gran empresario boliviano –Marcos Iberkleid– dijo alguna vez hace mucho tiempo que un país tiene el tamaño que tienen sus empresas.
La OAS, antigua Andrade Gutiérrez, patrocinó y financió la Conferencia Económica Magistral del expresidente Lula, dirigida a la clase empresarial cruceña desde los balcones de clase del hotel Los Tajibos.
Es la misma transnacional brasileña –OAS– que construye la carretera en el Tipnis que financia el poderoso Bandes de Brasil y la misma que será su principal beneficiaria, más aún con el cambio potencial de diseño del segundo tramo.

* memocapobianco@gmail.com

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