Finalmente, el Gobierno del MAS mostró ante las grandes masas del país su verdadero rostro, un rostro nada democrático, casi autoritario, ajeno a la crítica que nace desde la sociedad civil. Hábil en la práctica para desinformar y acudir a la guerra sucia como método eficaz para descalificar al adversario político, asignatura en la que han demostrado -y con creces- que dejaron completamente atrás a sus predecesores que pasaron por Palacio Quemado en los últimos treinta años, siendo los anteriores representantes gubernamentales una especie de “niños de pechos” en relación a los actuales operadores políticos del masismo en sus más altas esferas. La cuota adicional que registran los gobernantes o el “plus” dicho de otro modo, tanto en su comportamiento demagógico como en sus prácticas represivas se deben, sin duda alguna, a que este Gobierno como ningún otro tiene alta sobredosis en cuanto a odio, rencor y resentimiento se refiere. De ahí que no existe el más mínimo sonrojo gubernamental frente a la violación sistemática de derechos y garantías constitucionales que impulsan y ejercen casi de manera cotidiana, contando a su favor con el “largo brazo de la ley” cuya titularidad la ejercen cada día un número mayor de funcionarios judiciales que han optado por ponerse a cualquier precio al servicio del Gobierno antes que estar al servicio de la Constitución por sobre todas las cosas.
En este contexto la marcha protagonizada por los pueblos indígenas que lo único que demandan es tan sólo ser “escuchados”, es sin duda alguna la demostración más elocuente que el Gobierno del MAS que rige en Bolivia nunca fue auténtico ni revolucionario, que las atribuciones y rasgos que ellos mismos se echaron encima fueron nada más que un burdo barniz que muy pronto se les cayó del rostro.
Hoy día amplias masas ciudadanas de nuestro país ya no creen en el “Gobierno del cambio”, porque la realidad se encargó de desmentir de manera categórica esta falsa pretensión, siendo tan sólo un Gobierno más que pasó por Palacio de Gobierno, uno más de los tantos gobiernos que a lo largo de nuestra historia se encargaron de mentirle al país, a ese país que algunos decían “amar aún con mucho dolor”. Lo importante de este momento político por el que atraviesa el país es que a partir de la percepción ciudadana que hoy se visualiza en el ambiente social, es que amplias masas ciudadanas terminaron por ver el verdadero rostro de un Gobierno que les falló. Eso se traducirá luego en el escaso respaldo político electoral del que serán depositarios a partir de estas jornadas que vive el país, y que en definitiva acabarán con el sueño de “gobernar por más de veinte años”.
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