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sábado, 25 de septiembre de 2010

en Miami se realizó la Conferencia de las Américas que bajo el patrocinio del Banco Mundial reune a participantes del Continente para debatir noticias

La reciente Conferencia de las Américas, patrocinada por el Banco Mundial y el Miami Herald, reunió en el vetusto pero lujoso Hotel Biltmore de Coral Gables a dos centenas de participantes ávidos de conocer la actualidad regional en su dimensión política y económica. Curioso columnista, me ubiqué en un ángulo desde donde pude apreciar a los latinoamericanólogos lápiz en mano, a empresarios embutidos en trajes de colores fúnebres y a reporteros atentos a la noticia sensacional. Pero, lo que mayormente me divirtió fue estudiar a los panelistas: el ex presidente peruano Alejandro Toledo, diminuto como siempre, pero más confuso que nunca; a un burócrata del Banco Mundial que abrumó a la audiencia con decenas de cifras y ninguna nueva idea detrás de ellas; a un profesor venezolano de Harvard cuyo antichavismo obnubilaba sus atolondradas teorías sin dejarlo aterrizar en conclusión alguna.

Con la terquedad de su conservadurismo, el conocido periodista Andrés Oppenheimer se destacó por sus impertinencias y poca moderación, no obstante oficiar de moderador. Y, en fin, la figura estelar del encuentro resultó ser el presidente de El Salvador, Mauricio Funes, quien del brazo de su brasileña mujer, no se parecía a Funes, el memorioso, de Borges, porque leyó con rapidez escolar 20 cuartillas no exentas de faltas de prosodia.
En suma, en la testera estaba representada la mediocridad latinoamericana, en lamentable microcosmos.

Mi atención se concentró con agudo sentimiento crítico, cuando ocupó el podio el ministro de Hacienda de Bolivia, Luis Arce Catacora, porque evidentemente era un avis raris en ese templo del capitalismo. Representaba además a uno de los países que habían escapado al redil obediente y sumiso de las instructivas del Fondo Monetario Internacional que, por añadidura, sustentaba en la teoría y en la práctica la herética postura de fortalecer el Estado, en detrimento del sector privado criollo y del capital financiero externo.

Su disertación estuvo apoyada por cifras contundentes corroboradas por los registros del propio Banco Mundial y apuntaba a señalar que el modelo instaurado a partir del 2006, no sólo había escapado indemne de la crisis mundial, sino que logró incrementar las reservas de moneda dura hasta una cifra de récord histórico de 8.500 millones de dólares (grande para Bolivia, pero que no alcanza al monto que mueve anualmente un supermercado norteamericano). Esta malvada comparación mía tiene el propósito de situar en su debido contexto la dimensión del país frente al Imperio.

Otros exitosos palmeares son más depósitos en el sistema financiero, superávit presupuestario y equitativa distribución del ingreso. La exposición del ministro boliviano, si bien no convenció a todos, demostró, como él mismo lo dijo, que el modelo implantado es bueno sólo para Bolivia, en el marco de la circunstancia socio-política local.

Los 15 minutos que concedieron al ministro Arce no le permitieron entrar al detalle de la deuda interna y externa, al impacto del narcotráfico en la economía nacional ni a los beneficios de las remesas de los bolivianos residentes en el exterior. En resumen, la evonomía parece marchar bien, en momentos en que Fidel Castro confiesa que su modelo no funciona ni siquiera para los cubanos.


Carlos Antonio Carrasco
es cientista político.

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