autor: Ernesto David Pereyra.
Los supuestos actos de terrorismo con que el Gobierno quiso atemorizar al país en días pasados para distraer nuestra atención de los asuntos delicados que nos agobian, como la crisis económica, la corruptela en el gobierno y su incapacidad administrativa, la desarticulación de las instituciones fundamentales del Estado, la falta de seguridad jurídica que sepulta los basamentos democráticos por los que luchó el pueblo y tantos otros que sería largo enumerar, postergaron nuestra crítica oportuna a las tristes actuaciones del Presidente de la República, que avergüenzan a la Nación.
La calidad de indígena y, peor, si la persona se disfraza como tal para disimular sus lagunas mentales y sus tristes actuaciones, ofendiendo a los indígenas que dice representar, no es argumento que justifique su desconocimiento de elementalidades culturales como el hecho de que en la naturaleza no existe nada más importante que el hombre.
Evo Morales, con aplomo de sabio, en Naciones Unidas, concluyó su mal hilvanado discurso, con la afirmación de que la tierra es poco menos que el ombligo del Universo, porque según él, ella “es más importante que el hombre”, sin darse cuenta que nada en la naturaleza tiene sentido y significación sino en cuanto es útil al hombre y le sirve para su vida. No advierte este mandatario que cuando las naciones se movilizan para proteger la tierra lo hacen porque el hombre la necesita para servirse de la naturaleza y no al revés. Por esta razón la escudriña en lo más profundo de sus entrañas y le arranca, a voluntad, lo que quiere para su supervivencia. Esta fuente de subsistencia humana es la que todos queremos proteger fuente de subsistencia y no, como dice aquél, por el sometimiento humano a la cosa tierra.
Entendemos que su confusión deviene de su creencia que asigna a la tierra una trascendencia religiosa como hace milenios lo fue el sol, el rayo y otros fenómenos que en los albores de la humanidad no tenían explicación. El hombre ligeramente instruido de nuestros días sabe que sus semejantes ya llegaron a la luna y que hoy se avanza al espacio sideral. Por tanto, no se puede admitir que un primer mandatario de una nación, que lleva la responsabilidad de conducirla a la conquista del saber con ciencia y tecnología, que son las verdaderas riquezas de los pueblos modernos, desconozca semejantes elementalidades culturales, para las que no hace falta leer 20 mil libros, como dicen haber leído sus asesores.
Así se explica que este mandatario muestre tanto desprecio por el ordenamiento del país, al que pretende destruirlo liquidando a sus instituciones fundamentales, dividiéndolo, imponiéndole un gobierno autoritario de corte fascista en sustitución de una democracia que comenzaba a enraizarse y destruyendo todo futuro para el ascenso social de los pobres. Así se explica que se haya echado al olvido la aspiración del pueblo boliviano de tener acceso a la riqueza marina, con soberanía plena, puesto que a diferencia de sus antecesores en el cargo el actual gobierno no abrió la boca en ningún evento internacional para tocar el tema ni se conoce ningún estudio que nos diga de su preocupación sobre el asfixiante encierro boliviano y, todo ello, con la complicidad de las FFAA de la Nación que fueron siempre las abanderadas de la reivindicación marítima y hoy son dóciles maniquíes del manoseo patrio que hace el caudillo, con el que dan espaldas al pueblo al que se deben.
Finalmente, así se explica, también, que el ser bandido, corrupto y mentiroso sean parte del curriculum oficialista. Por eso, como boliviano consciente que amo a mi país y estoy harto de que se lo humille, especialmente, porque se humilla a los pobres y a los indígenas bajo cuya sombra se cometen atrocidades, yo NO votaré por Santos Evo Morales Ayma en las próximas elecciones.
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