Ya sabemos que la República en Bolivia ha sido enterrada por el MAS y sus socios de entonces. Se ha creado un sui géneris Estado Plurinacional a partir de febrero del 2009, con la promulgación de la nueva Constitución Política del Estado. Aun cuando en la Constitución de aquel año se menciona a la República en alguno de sus artículos, tal vez por la premura y desconcierto con que fue redactada, entre tiros, muertos, heridos, cohetazos y gente que protestaba furiosa por las calles.
Pero, según S.E., al terminarse con los neoliberales y darle un golpe de muerte al pasado inmediato, ha surgido la Nueva Bolivia, es decir el “Estado Unitario Social de Derecho Plurinacional Comunitario, libre, independiente, soberano, democrático, intercultural, descentralizado, y con autonomías”. Como enunciado – aún faltando algunas comas en la redacción – impresiona. Aunque ya sabemos, que en Bolivia se han creado otras repúblicas y otros estados anteriormente, sin tanta prosopopeya, que han perdurado lo que sus mentores en el Palacio. Ni una sola hora más.
Si los cocaleros son los dueños del MAS junto a los intangibles “movimientos sociales”; si la CIDOB también apunta a conformarse como una agrupación política; si las juntas de vecinos (FEJUVE) pueden hacerlo también; si la COB ya ha anunciado su deseo de constituirse en partido el próximo año “para la toma del poder”, lo que faltaría es que los narcos financien un partido bajo cuerdas – lo que no es descabellado pensar – y con eso, al parecer, estaría completo el espectro político nacional. Cocaleros, indígenas, vecinos, trabajadores, y mafias, cada uno por su lado, irían a buscar el gobierno con la seguridad de que si S.E. está como Presidente, cualquier pelagatos puede reemplazarlo.
¿Pero qué será de todos aquellos quienes hemos perdido nuestra identidad en Bolivia? ¿Los que no somos ni blancos, ni criollos, ni mestizos, pero tampoco “originarios”, ni afrobolivianos, ni “interculturales”? ¿Qué será de aquellos a quienes nos han ubicado como parte del “pueblo boliviano” a secas, como dice el artículo 3 de la Carta Magna? ¿Qué de la gente que estaba vigente hasta hace seis años y que se disputaba el mando de la nación en elecciones reñidísimas donde las diferencias entre el primero y el segundo eran de escasos dos o tres puntos? ¿Qué de los hijos de ese “pueblo boliviano” que no saben a qué estrato pertenecen en este caótico país? Somos muchos los que desde hace tiempo nos hemos declarado abiertamente republicanos. Es decir, aquellos que no estamos de acuerdo con el Estado Plurinacional y todos sus colgandijos que fue creado por la Constitución más deschavetada que mente alguna podría concebir. A falta de una identidad étnica tendremos que adoptar algo que nos identifique de alguna forma. ¿Qué nos puede hacer semejantes a los infelices que estamos marginados de la Constitución y que sólo sabemos que pertenecemos al “pueblo”? Si no somos monárquicos como es de suponer por razones obvias, si no estamos de acuerdo con que el gobierno se eternice en una persona o se herede, ¿qué podemos ser? Al parecer, ni más ni menos que republicanos. Reivindicamos a la República como organización del Estado, por último. Y no es poca cosa ante la desorganización general que existe en Bolivia que lo confunde todo y que nos lleva por caminos inciertos.
Por lo tanto ya es hora que los republicanos empecemos a reconocernos sin ningún complejo. Está visto que la posición ideológica no será un impedimento insuperable en estos momentos cuando las ideologías cuentan poco. Si hoy los partidos se conforman en torno a corporaciones y sindicatos, con líderes desconocidos que aparecen de la noche a la mañana, no hay por qué no hacerlo entre personas que creen todavía que los partidos políticos son esenciales en democracia.
Porque de alguna manera hay que salvar lo que queda de Bolivia, antes de que el turbión se lo lleve todo. El peor gobierno de la historia de la nación, el más ignorante y corrupto, el que más vínculos tiene con el narcotráfico, no puede permanecer haciendo las cosas que hace. Ya se han pasado de la medida con sus atropellos y abusos producto de su incultura. La muestra está en que los masistas están siendo abandonados por los sectores arrepentidos, que no quieren comprometerse más con el mal gobierno. Sólo les están quedando cocaleros y bloqueadores, como en los inicios. Ya está de buen tamaño que nos sigan gobernando mirando a la Pachamama y al Inti, a los mallkus y a los yatiris, cuando el mundo circundante está apurado y se dispara al encuentro de la educación y la tecnología.
Hay que agruparse en torno a la restitución de la República formando un gran partido de unidad que le plante cara al MAS. Hay que poner freno al intervencionismo irresponsable del Estado, al colectivismo avasallador, y enaltecer los valores y derechos individuales que será lo único que nos arranque del marasmo en que vivimos.
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