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domingo, 4 de diciembre de 2011

propietarios con formación lo mismo que los periodistas. no es tarea simple hoy reclama especialidad. seres pensantes, practicantes de la libertad, requiere conocimientos, los medios no pueden ofrecer verdades a medias, maravillosa tarea cada día más profunda. Edwin Tapia explaya idea sobre comunicadores y medios

I.- Académicamente hablando, informar es sinónimo de enseñar. La gente para vivir plenamente, sin miedo ni restricciones artificiales, necesita saber lo que sucede en la sociedad y en la naturaleza. Ese anhelo y en dimensión histórica ese derecho, se logra mediante las estructuras que la misma civilización ha creado. El sistema educativo es la estructura clásica, encargada de cumplir esa misión fundamental. Pero, restringir tal función, sólo a ese sector sin tomar en cuenta otras formas de enseñanza y consiguientemente de liberación, sería amputar, quizá lo esencial, de la cualidad básica de la sociedad, es decir, su capacidad para descubrir y comprender el mundo en el que vive.

II.- Una de las estructuras, es decir, una organización completa y estable para universalizar el conocimiento de lo que sucede en el medio y en el tiempo en que viven las personas, está formada por los medios de comunicación. Contemporáneamente, ese es el sector en el que se producen los descubrimientos científicos más asombrosos. Ahora la gente desde los lugares más cómodos de su casa, puede ver lo que sucede en cualquier país del mundo, puede también penetrar en los niveles más profundos de los fenómenos políticos y sociales, descubrir lo que hacen los gobernantes, ascender al espacio para ver los astros y los fenómenos maravillosos que se producen en tal inmensidad. Podemos decir que la universalización del ser humano, en gran medida, es una conquista lograda en la proyección fecunda y generosa de los medios de comunicación. Ahora, el planeta se está convirtiendo, aceleradamente, en la casa común. Lo que nos diferencia ya no son tantos obstáculos, tantos prejuicios y tantas acciones egoístas. La televisión, la radio, la prensa y ahora el internet, permiten que descubramos no sólo las grandes afinidades, sino los aspectos esenciales que hacen a seres humanos, antes diferentes, iguales en lo fundamental. Si decimos que los grandes problemas y conflictos políticos de estos días, son parte de una revolución que se está dando a partir de los avances maravillosos en el campo de los medios de comunicación, no exageramos.

III.- No sólo para ejercer eficientemente la función informadora, sino para todo lo que es capaz el ser humano, en la proyección maravillosa de los descubrimientos y de los inventos es imprescindible, o desde otro punto de vista, irrenunciable, la libertad. En este nivel filosófico, es necesario formular dos esclarecimientos conceptuales. La libertad es mucho más que el derecho de realizar acciones humanas individuales o colectivas sin más límite que el mismo derecho de los demás y peor aún no es una concesión, no es un regalo de los poderosos. La libertad, es un grado de evolución que por su propia naturaleza se amplía y perfecciona incesantemente, somos cada vez más libres porque conocemos y administramos correctamente, lo que corresponde a nuestra existencia y mejor aún porque descubrimos nuestras impurezas y las transformamos en la lógica de la perfección implícita en el fin supremo que deseamos. Somos pues libres porque somos seres pensantes, superiores a otras criaturas que habitan el planeta. Nuestra formación biológica no admite restricciones arbitrarias y la proyección creadora de nuestra inteligencia no es posible sin la libertad. Para que todos los sistemas de enseñanza y en esa multiplicidad fecunda, los medios de comunicación cumplan su deber, es imprescindible la libertad. Informar, es decir, enseñar es la práctica misma de la libertad. Claro que, siendo de ese significado filosófico, debe tener un contenido ético, no es libertad la violencia de los poderosos ni las acciones egoístas y destructivas de quienes pueden llegar a esos extremos en la posición circunstancial de ciertos medios. La libertad, en sí misma, es transformadora, generosa y al mismo tiempo valiente y heróica.

IV.- Un fenómeno que está más allá de la voluntad o de la conducta de los encargados de la comunicación, es el efecto revelador de los avances científicos y tecnológicos que se han dado en este sector. Ahora hay instrumentos que revelan lo que realmente son las diferentes estructuras económicas, sociales y políticas. Y lo que resulta de esa revelación, obviamente, es la disminución del poder de sus titulares. El pueblo, al descubrir la dimensión real de los gobernantes, de los ricos, incluso, de los supuestamente inteligentes, descubre la verdad y en la proyección de esa conquista, amplía su libertad, lo que disminuye el poder de los antiguos detentadores de situaciones privilegiadas. Contemporáneamente, los medios de comunicación, por esa capacidad científica de descubrir y poner en evidencia lo que realmente sucede, sin quererlo se convierten en las estructuras de contrapeso y equilibrio respecto de los poderes constituidos. Lamentablemente, ante este avance de la libertad, hay quienes se resienten y reducen este avance a la dicotomía simple de oficialismo versus oposición. La información, que como hemos dicho anteriormente, es la difusión del conocimiento, tiene como uno de sus efectos disminuir la relación desigual, entre los que mandan y obedecen, entre siervos y monarcas, entre capitalistas y obreros, entre gobernantes y gobernados. Así es la evolución humana y tenemos que entenderla, precisamente, para ser más libres.

V.- Pero no todo es tan fácil ni simple. En lo que llamamos medios de comunicación, están los periodistas, profesionales que conocen los componentes de tal actividad y también están los propietarios de los periódicos, de las radios y de los canales de televisión. Siendo la libertad una proyección humana equitativa, tiene sus exigencias respecto de quienes, en el marco de este trabajo, tienen la responsabilidad de ejercer esa libertad. En lo que respecta a los periodistas hay sólo una exigencia básica de la que depende todo lo demás. A diferencia de los que creen que el periodismo es una de las prácticas profesionales más simples, ahora y siempre tal papel exige una formación completa. No es posible, o dicho de otro modo, es un acto irresponsable que alguien pretenda difundir el conocimiento sobre lo que no conoce. Para hablar de los fenómenos políticos es imprescindible conocer la teoría del Estado; para hacer trabajos de investigación en materia de precios, de moneda, de comercio internacional, es necesario conocer, por lo menos los aspectos generales de la economía; para informar sobre los conflictos sociales tendrá que conocerse algo de sociología y de sicología. Es no sólo altamente perjudicial, sino una verdadera agresión que alguien utilice instrumentos de tan vasta influencia humana como la televisión, la radio y la prensa para difundir medias verdades, mínimas aproximaciones científicas respecto de lo que sucede en la sociedad y la naturaleza. Uno de los problemas más preocupantes de este tiempo es que los medios de comunicación pueden caer en manos inexpertas, bajo la dirección de mentalidades sin la formación necesaria. Tanto desde el punto de vista de la libertad, así como de sus exigencias éticas, la primera obligación de los encargados de difundir el conocimiento de lo que sucede en el tiempo y en el lugar que nos tocó existir, es la formación intelectual adecuada. Nadie puede hablar bien ni orientar adecuadamente sobre lo que no conoce y peor aún sobre lo que conoce a medias o en forma incompleta y superficial. La libertad debe ser ejercida con la mayor responsabilidad intelectual y moral correspondiente a la influencia que se ejerce sobre el pensamiento y acción de los pueblos. Nuestro homenaje invariable a los periodistas que cumplen su deber con sabiduría y honestidad.

VI.- Y en lo que respecta a la propiedad de los medios de comunicación, no es suficiente tener dinero para instalar canales, radios o periódicos, lo fundamental, el requisito imprescindible, es que los dueños también tengan la formación que exigimos para los periodistas. En ámbito del sistema económico mundialmente imperante, sabemos que toda inversión debe ser rentable, pero lograr ese propósito sacrificando o deformando las obligaciones sociales, históricas y morales de la función informadora, sería como vender alimento descompuesto o bienes falsificados. Los empresarios que se animan a comprometerse con la función maravillosa de difundir conocimiento deben saber que se trata de algo que exige sacrificios y renunciamientos.

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