Las posibilidades de que Zelaya regrese a Honduras con el as de triunfo en la mano se diluyen con el paso de las horas. Los actores centrales del culebrón con el golpe bananero ensayan distintos argumentos y cambian de postura como el camaleón, según la ocasión.
Lo que había empezado con un blanco sobre negro con la condena unánime de los gobiernos de la región, de EEUU y de la Unión Europea, comienza a desdibujarse por falta de acciones concretaspara restablecer el proceso y la "gobernabilidad democrática" en Honduras.
Obama (que al principio deslumbró a Cuba y a los presidentes "revolucionarios") juega a dos puntas en el culebrón: Por un lado "condena" el golpe, y por otro mantiene la ayuda militar y económica al gobierno de facto y no instrumentó ninguna medida efectiva de bloqueo en su contra.
De la misma manera, las potencias de la Unión Europea (junto con Washington) presionan con "ultimátums" y advertencias a través de la ONU y de la OEA, que hasta ahora han sido ignorados olímpicamente por el gobierno golpista de Micheletti.
Chávez y los países del ALBA, comienzan a quedarse solos en los planteos duros contra la administración golpista para que restituya a Zelaya en el gobierno sin ningún condicionamiento.
Desde el sector chavista, se hablaba al principio de un golpe interno contra Obama protagonizado por los sectores ultraconservadores del Pentágono y del Departamento de Estado con el objetivo de boicotear (por medio del derrocamiento de Zelaya) sus políticas de acercamiento con Chávez, Cuba y los presidentes del ALBA.A muchos causó extrañeza ver a Chávez y a Obama manifestando las mismas ideas sobre el retorno de Zelaya al poder. "A mí me asombró leer los comunicados de ambos (Obama y Chávez) y ver la coincidencia en las declaraciones", dijo a la BBC el director del COHA, Larry Birns.
El golpe de Estado en Honduras es un "globo de ensayo de los halcones de la inteligencia" de Estados Unidos, lo cual plantea al presidente Barack Obama un "problema interno" y frente a sus pares de América Latina, opinó la analista prochavista Estela Calloni.
La periodista afirma que hay "dos visiones", una que dio "un guiño previo" al golpe, y la otra que los "halcones usaron esto para poner en una situación difícil" a Obama, que se comprometió ante sus pares latinoamericanos a tener una relación distinta a la de George W. Bush y a poner fin a las intervenciones en los asuntos internos de la región.
No obstante, en las últimas horas el sector de Chávez (ante la prueba irrefutable de los hechos) comenzó a "desilusionarse" con la postura de "doble cara" de Obama y de las potencias europeas que ya no buscan restituir sin más trámite a Zelaya en el gobierno, sino que ahora buscan una "salida consensuada" con el gobierno de facto.
El martes Chávez pateó la canasta pidiendo tajantemente una"intervención internacional" contra el gobierno golpista de Honduras, cuyos cabecillas fueron formados en el Comando Sur y en las Escuela de las Américas.
A pesar de la posición de Washington a favor de la "constitucionalidad", la reacción de la Casa Blanca no ha sido tan dinámica en cuanto al retiro de su embajador en Honduras, como ya lo hicieron varios países latinoamericanos.
Ya nadie duda de una mano negra del Pentágono en el golpe caribeño: Honduras es una gran "base terrestre" de importancia clave para la estrategia geopolítica militar de EEUU en la región, y el gobierno de facto convive armónicamente con las bases y tropas norteamericanas desplegadas en territorio hondureño.
Eso está claro: Lo que no está claro es cómo se van a reacomodar las piezas del tablero una vez que Zelaya pise nuevamente la tierra de Honduras.
Dando algunas señales, en las últimas horas los golpistas contraatacaron y aparecieron en el horizonte los halcones USA.
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