Para sus triunfos electorales desde un comienzo este Gobierno se basó en los votos de un segmento numéricamente importante del pueblo de Bolivia que en su momento se ciñó al viejo adagio electoral enceguecido y populista de “haber votado sin importar estar o no equivocado” por un grupo de Gobierno dizque “ducho” pero en realidad cada vez más “debilucho”. Ducho para ofrecer pero debilucho para cumplir; y aún raquítico para hacer respetar la Constitución vigente que, entre otras cosas, por donde se la mire es mejor que la espuria de Oruro. Esto por un lado.
Por otro lado, este Gobierno también se afianzó en una colectividad entumecida y hasta enceguecida por la oportunidad del voto revanchista; pero equivocada porque todavía no sabe de dónde viene como colección de “movimientos sociales” ni a dónde va, ni cómo y con qué, porque nadie le ha enseñado. Menos con qué liderazgo ya que está percibiendo cada vez más, porque nadie es tonto todo el tiempo, que este Gobierno es cualquier cosa menos pertinente a sus intereses que de ninguna manera giran alrededor de la “justicia comunitaria” y/o de las “autonomías” yuxtapuestas y baladíes tal como se las exponen con mala sintaxis en la Constitución espuria de Oruro.
Lo del mentado “cambio” no lo ha definido nadie fuera de preparar ilegalmente una constitución espuria; proceder con “nacionalizaciones” mal hechas, mal bautizadas porque no fueron nacionalizaciones, y peor administradas; y más aún, socavar la autoridad del Poder Judicial que a la larga será lo que más votos reste a este gobierno porque, insisto, no todos somos tontos todo el tiempo. El referendo de constitución que se avecina (que a lo mejor no se lleva a cabo porque la sensatez y la decencia a lo mejor se imponen) es otra muestra de desgobierno que pasará a la historia con flecos esperpénticos por lo inútiles y perecederos. Los ataques directos, indirectos y barrocos a la prensa también son formas de desgobierno, o sea de costosísima pérdida de tiempo.
Este Gobierno ha querido servir de materia gris o sea que ha venido dizque pensando, y esa colectividad votante, es su mayoría, se ha apoltronado y ha propendido a creer lo que pregonó sobre todo el Poder Ejecutivo (PE), lo que ha llevado a Su Excelencia (SE) y a este país fraccionado a un letargo e incluso a un atraso en todo que cada vez se muestra menos apto para afrontar el futuro y sus complejidades nacionales e internacionales. Y lo peor es que el PE cree que gobierna, cuando la verdad es que desgobierna en un afán ya fútil de hipnotizarnos con su izquierdismo desaforado y debilucho. Así no hay respeto ni menos recato que esperar de parte de nadie. Hasta los prefectos del benemérito Conalde han sido descarrilados por el desgobierno y las ilegalidades. Pero cuidado, la debilidad política de todo desgobierno aumenta en la medida que la legalidad y la cordura disminuyen. El que SE y el resto del PE no se percaten de esto intriga y hasta despampana.
Un asno destruye un pesebre en minutos pero un carpintero tarda días en construirlo dependiendo de las licencias y otras especificaciones que habrá de conseguirse y tomarse en cuenta, y los gastos de dinero desde luego. En lo que queda de esta Bolivia fraccionada y peor, amedrentada, continuamos en el ciclo destructivo que ahora empezamos a ver que ha sido desbastador al punto de que tendremos que sufrir las consecuencias por mucho tiempo ya que no hay voluntad mi menos competencia para comenzar a convocar a ningún “carpintero” sobre todo en la industria del gas y el petróleo… para no seguir nombrando docenas de otras que por falta de diesel y gasolina no solamente se están viendo obligadas a despedir gente sino también esperanzas.
Ni hablar de la crisis financiera internacional que cogerá a Bolivia en calzoncillos porque gastar ahorros para paliarla, que son las reservas del Banco Central, es una más de las tantas debilidades intelectuales del PE y sus allegados cuando lo que hubo que haber hecho es no destruir la propensión a la inversión privada que existía hace tres años no solamente en liquidez monetaria, sino en talento profesional y técnico que este PE no conseguirá ni ahora ni nunca con el perifoneo izquierdista que lo ha venido caracterizando y al que parece que está adicto.
Desconocer la ruta de suicidio en que nos ha metido el PE, en que se ha metido él mejor dicho, es dar por tierra con lo poco “ducho” que le dio la victoria electoral de un comienzo de mandato, y con lo nada ducho que es hacerse decir “incumplido”, “incompetente”, “contrabandista de diesel y gasolina” que vienen a ser epítetos articulados por cada vez más gente que en su momento votó por el “cambio” pese a no saber de qué se trataba. Llegar a saberlo como está ocurriendo ahora en El Alto y en otras comarcas, que en su momento apostaron por el “ducho”, es incalculablemente costoso, y porque hemos pasado el punto de no retorno de un proceso de desgobierno que nadie se imaginó llegaría a la debacle actual.
Autor: Jorge Ordenes, fuente La Razón, de La Paz, Bolivia
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