ASESORADO POR EL ENEMIGO
Ya no cabe ninguna duda que los mayores daños externos que se causan a un de
por sí mediocre aspirante a la Presidencia de un país, no provienen de la
oposición, sino de oscuros seres que actúan agazapados entre los cortinajes de
sus propias habitaciones.
A Nicolás Maduro puede
tranquilamente pasársele por alto, a qué es lo que juegan los Castro en esta
situación. Está bajo la idea que su tutelaje es porque él se lo merece. Sin
embargo, el accionar de ese Maduro tan mal asesorado, da lugar a la sospecha de que internamente, cualesquiera
sean los que lo asesoraban, no deseaban que Maduro saliera victorioso de esta
contienda, aunque si están muy dispuestos a usufructuar del poder.
No es secreto para nadie que existen dentro de las filas del PSUV,
personajes con mucha mayor capacidad para sentarse en la silla presidencial y
en el fondo de sus rencorosos corazones, no son oraciones las que precisamente
le dedican al malogrado Hugo Chávez por haberlo elegido justo a él como su
sucesor. Incluso, da para pensar si no fue en el fondo la intención de Chávez
que Maduro mostrara al mundo su inferioridad, a fin de que sea su figura la
idolatrada y asegurar así su lugar en la historia de Venezuela y en la profusa
vitrina sudamericana de irremplazables caudillos (bárbaros al decir de Arguedas).
Porque, que no se diga que nadie supo del simbolismo que decidió utilizar
como gran herramienta de seducción de electores: el espíritu omnipresente del
caudillo en su accionar, eligiendo para ello, por ejemplo, la encantadora
imagen de un pajarito chiquitico. Esa candorosa alegoría ojalá se pudiera dimensionar
con exactitud de cómo se tradujo en la disminución de votos a su candidatura.
El indiscriminado uso de la imagen del malogrado Hugo Chávez, ha insultado sin
duda a muchos. Otros muchos, sí mantuvieron su fe en la huella marcada por el
comandante, en la ilusa esperanza que Maduro tendría la capacidad de
aproximarse en algo al liderazgo de Chávez.
El tiro por la culata se dice comúnmente. Así le resultó a Maduro y su
entorno, el abuso morboso y desagradable que se hizo de la muerte, pudiendo
haber dejado al sentimiento popular espontáneo la expresión de su homenaje. El
millón de votos que giró de Chávez a Capriles, no tuvo nada que ver con el
alejamiento de la revolución bolivariana. Tuvo que ver más con lo que esta masa
de votantes recibió como una verdadera ofensa a la memoria de su caudillo y
obviamente, por la pobre y triste presentación que de sí mismo hizo Maduro.
Está a la vista que no está consciente que su verdadero enemigo es la crisis
económica -que sin Chávez para distraerla- está a horas de descarnada
exposición.
Nada aportó Maduro a la imagen de quien aparte de ser el elegido a dedo para
la sucesión, garantizaba idoneidad para la administración del país. Porque por
muy poco que nos haya gustado Chávez Frías, es indudable que estaba años luz de
su sucesor. Su carisma y dotes histriónicas, fueron el gran condimento de su
liderazgo y lo que le permitió conjurar la verdadera dimensión de los problemas
que enfrenta Venezuela. La irresponsabilidad de Maduro de continuar con la
revolución de Chávez sin presentar ningún tipo de iniciativa y pensamiento
propio, está más cerca de un suicidio que de la consecución de un peso
específico propio.
Diosdado Cabello, aunque bien lo disimule por ahora, está muy lejos de ser
un complacido segundón de Maduro. Casi se puede adivinar en su imagen, la
estampa de un felino olfateando y sin perderse el más mínimo de sus movimientos.
Del mismo modo se adivina en las sombras, a militares que no tendrían el más
mínimo reparo en lanzarse a la yugular de Maduro. Ninguno de ellos está
dispuesto a poner su cabeza en la guillotina por el que consideran un advenedizo.
Las muestras que está dando Maduro a horas de las elecciones con ese
discurso exaltado y confrontacional, le agrega al elemento legitimidad, la duda
de qué tan capaz es de evitar que la sangre llegue al río. Y de último si es
que eso le importa. Si la comunidad internacional, no se manifiesta
inequívocamente sobre la situación actual, es muy probable que de acá a unos
días, haya más de un culpable de lo que pueda suceder.
Por las características del comportamiento de los electores el día de los
comicios donde estuvieron ausentes temidos roces y enfrentamientos entre oficialistas y
opositores, deja ver que la conducta de la masa es el resultado directo del
accionar de sus líderes. El pueblo siempre tiende a comportarse de mejor manera
de la que son capaces los que los dirigen. Es así que de nada sirve la
"ejemplar" conducta y el civismo del pueblo venezolano. Los mejor
portados pueden -con el incentivo
suficiente-, encontrar una explosiva válvula de escape. Los adictos al poder pero
no a la democracia, no dudan en utilizar la disciplina ciudadana para encender
la mecha del polvorín de modo irresponsable y a estas horas, sus provocaciones hace
prever una espiral de violencia de enormes consecuencias.
Karen Arauz
No hay comentarios:
Publicar un comentario