Un ciudadano mediante llamada telefónica a un programa de televisión, mezcla de inocencia infantil y dolorosa desesperanza, preguntaba ¿por qué el gobierno no puede solucionar los conflictos que nos están ahogando?"
Sencillamente porque lo que no se busca, no se encuentra. El gobierno del MAS, está tan ensimismado, está tan comprometido con la imagen que rebota de su propio espejo que ya no sabe ni proyectar y se ha olvidado de dónde partió y a dónde va.
El Presidente acaba de minimizar la ola de protestas, de un modo-hasta cierto punto- incomprensible. Con esa pose cansadora de propicia y única víctima de toda la historia de este atormentado país, reclamaba que conflictos y pesares eran los de antes, los que él pasó cuando era sólo dirigente cocalero. Parece que ahora que es Presidente de toda una nación, puede afirmar con absoluta autoridad, que es más fácil hacerle la vida imposible a la gente que contemporizar con ella.
Es difícil calificar cuál eslabón de esta cadena de errores es la más absurda. La resolución sobre el tema horario de trabajo de los médicos, parece haber sido ideada por el enemigo. Resolución de masoquismo puro. Qué idea tan descabellada tomar unilateralmente una decisión que tiene el ingrediente inherente al dolor humano. Si los trabajadores deben cumplir una jornada de ocho horas como suena lógico, seria también lógico que por equidad, se los incluya en la Ley General del Trabajo.
¿Qué es lo que hace que se tome esta clase de innecesarios "gasolinazos"? Más de cuatro mil profesionales en salud, están protestando, marchando, en huelgas de hambre, tratando desesperadamente que se escuche y se comprenda su punto de vista. Acá no se trata de una competencia de quién puede más. Porque es evidente que los que detentan el poder, pueden más. Al menos aparentemente y lo que puede ser peor para ellos, temporalmente.
Hasta hace poco, compartía con algunos la convicción de que cada uno de los pasos del gobierno, estaba fríamente calculado. Suponía que todas sus acciones obedecían a un plan que pretendía llevar efectivamente al país hacia la cubanización, todo bajo la varita mágica de Hugo Chávez, ese gran vendedor de ilusiones o pajpaku tirado a revolucionario que prohijó a Evo Morales para que secundara su megalomanía.
Con el impactante discurso del Cambio, la sociedad boliviana -en su mayoría- se dejó seducir por el discurso del vivir bien, de la inclusión y del ascenso en la escala social y económica de los sectores postergados. Lo que esa mayoría jamás imaginó, es que era necesario ser parte de esa élite que está efectivamente ejerciendo el manejo del Estado, para poder percibir el cambio en su circunstancia particular. Nunca más cabal aquello de que la mentira tiene patas cortas. Y la verdad le está dando alcance al MAS. Cada vez son más las verdades que le mordisquean los talones.
Se quedaron con los oropeles y el ilusionismo. No sólo no solucionan los conflictos, sino que es denodado su esfuerzo para crearlos y diversificarlos. Pero ya no se vislumbra un plan preconcebido para el triunfo de su revolución. Hasta eso se ha extraviado. Todo se reduce hoy, a equilibrarse en el poder, judicial izando y penalizando lo que justamente fue su caballo de Troya. Cualquier cosa con tal de no ceder un solo milímetro de poder ni real ni aparente.
Y sus cambios de estrategia son tan burdos, que resulta un verdadero insulto a la mediana inteligencia de todos los demás. Una de sus ministras, de coeficiencia intelectual de un solo dígito, ha peregrinado por todos los medios jurando que la Novena Marcha Indígena no será interferida por nadie del gobierno y "rogando" a los mojeños que dejen pasar la marcha. Si claro.
Hay zanjas en la carretera por donde debe pasar la marcha, que nos retrae a un pasado lejano, pero no lo suficiente para olvidar cómo, cuándo y quién ya las experimentó. Hay alguien que evidentemente no pretende dejarse convencer. Es la mano siniestra siempre presente. El bloqueo en San Ignacio tiene inequívoco sello de identificación.
Con todos estos ingredientes que incluye a la COB, los maestros, los universitarios y los médicos, la nueva marcha de los indígenas se perfila como el Waterloo de Evo Morales y su administración. Su opción es no dejarse impresionar por eso dejando avanzar los acontecimientos a su libre albedrío
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